598. La Virgen en Medjugorje.
Cuando salió el libro: “Por
qué Juan Pablo II es santo”, firmado por
el postulador de su causa de beatificación, Slawomir Oder, digamos que muchos
sentimos que nada más podía aportarnos. Sin embargo, el polaco tenía una
sorpresa para toda la Iglesia, sobre la presencia de la Virgen María entre
nosotros, en nuestro tiempo, de una forma mística y asombrosa: Medjugorje.
Slawomir Oder en el año 2010 publicó este libro. En el prólogo se explica que
Oder se convirtió en el depositario de las noticias, sacrificios, y anécdotas
que debidamente unidos, conforman la imagen inédita de Juan Pablo II.
En el Capítulo III de dicha obra, titulado “El místico”, Oder empieza a
describir la profunda devoción que Juan Pablo II tenía a la Virgen Santísima.
Para describir esta devoción, Oder no escogió la advocación de Guadalupe;
tampoco escogio la de Lourdes; ni siquiera la de Fátima, a quien él siempre
reconoció que le salvó la vida en el atentado del 13 de mayo de
1981. No; Slawomir Oder escogió nada menos que Medjugorje, destacando que
el Papa relacionaba el atentado con las apariciones de la Reina de la Paz en
Medjugorje, lugar de realización de Fátima.
En dicho capítulo III, nos encontramos con un título:
·
“Si no fuese Papa
estaría confesando en Medjugorje”:
La devoción de Juan Pablo II por María se incrementó vivamente cuando se
aclaró que el tercer secreto de Fátima hacía alusión a su atentado del 13 de
mayo de 1981. Muchos testigos de su entorno confirmaron que el Papa relacionaba
éste dramático suceso con las apariciones de la Reina de la Paz en Medjugorje,
en la ex Yugoslavia. Apariciones que habían empezado a producirse en junio también
de 1981.
Una ulterior confirmación de éste vínculo fue, para los creyentes, el mensaje
que dirigió La Virgen María a los fieles marianos el 25 de agosto de 1994,
durante los días en que se preparaba el viaje pastoral del Papa a Croacia,
previsto para los días 10 y 11 de septiembre:
·
“Queridos
hijos, hoy me uno a vosotros en la oración de una manera especial, rogando por
el don de la presencia de mi amado hijo Juan Pablo en vuestra patria. Rezar,
hijos míos, por la salud de mi hijo predilecto, que sufre, pero al que yo he
elegido para estos tiempos”.
Si bien aunque jamás adoptaba una posición oficial cuando se producían
dichas apariciones; el Papa no ocultaba, en privado, su convicción.
A monseñor Murilo Sebastiao Ramos Krieger, arzobispo de Florianópolis.
Brasil, que estaba a punto de viajar por cuarta vez al santuario de la Reina de
la Paz, le confirmó:
·
“Si no fuese
Papa estaría confesando en Medjugorje”.
Un deseo que corrobora el testimonio del cardenal Frantisek Tomasek,
arzobispo emérito de Praga, quien le oyó decir:
·
“De no haber
sido Papa, me habría gustado ir a Medjugorje para ayudar a los peregrinos”.
Aún más elocuentes son, a éste propósito, las palabras que escribió el
obispo de San Ángel. EEUU, monseñor Michale David Pfeifer, en su carta pastoral
de 5 de agosto de 1988 a la diócesis:
Durante mi visita ad limina con los obispos de Texas, pregunté al Santo
Padre qué opinaba de Medjugorje en el curso de una conversación privada. El
Papa habló favorablemente y dijo:
·
“Afirmar que en
Medjugorje no ocurre nada significa negar el testimonio viviente y orante de
los miles de personas que han estado allí”.
Al 26 de marzo de 1984 se remonta, en cambio, un episodio que recordó el
arzobispo eslovaco Pavel Hnilica, uno de los prelados más próximos al
Pontífice.
Una vez que fue a comer con Juan Pablo II para ponerlo al día de una misión
secreta que debía desempeñar en Moscú –celebrar clandestinamente la Misa entre
las murallas del Kremlin- éste le preguntó:
·
“¿Después
fuiste a Medjugorje, Pavel?”.
Cuando le dijo que no lo había hecho, dado que ciertas autoridades
vaticanas le habían manifestado su desaprobación, el Papa le pidió:
·
“Ve de
incógnito y vuelve para contarme lo que has visto”.
Después lo llevó a su biblioteca privada y le enseñó un libro del padre
René Laurentin en el que figuraban varios mensajes de la Reina de la Paz
mientras le comentaba:
·
“Medjugorje es
la continuación de Fátima, es la realización de Fátima”.
El 28 de mayo de 1992 el Pontífice escribió a los cónyuges:
·
“Agradezco a
Zofia todo lo concerniente a Medjugorje”.
“Yo también
visito a diario este lugar cuando rezo: me uno a todos los que allí oran y
reciben desde allí la llamada a la oración. Hoy comprendemos mejor esta
llamada”.
Barajando todas estas informaciones o acontecimientos, como la publicación
de este libro o el saludo del Benedicto XVI a los peregrinos de la parroquia de
Medjugorje, me atrevo a pensar que pronto Roma nos va a sorprender acerca del grato y especialísimo fenómeno de
Medjugorje.
Ahora bien, sean los que sean los tiempos y las realidades que hay en Roma
al respecto:
·
“Medjugorje
está ahí. Y está ahí ahora. Y esto sucede ahora”.
Publicada en DIARIO DE ÁVILA Digital 2 de junio de 2017