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Silencio, rezamos
Es obvio que para rezar se necesita un
ambiente de silencio y un ambiente de sosiego y paz, para de esta manera
potenciar el trato con el Señor. La oración es un diálogo amoroso entre Dios y
nosotros, un diálogo en el que el corazón de Dios se pone junto al nuestro,
para que ambos sintonicen y así nosotros, pobres criaturas, podamos recibir la
excelencia inconmensurable de los dones divinos. Dios a través de la oración:
nos entrega su grandeza, nos entrega un
caudal inmenso de gracias, nos entrega su amor, y como un agradable complemento
nos entrega gratuitamente la dedicada ternura de sus caricias. Pero para todo
esto el silencio es necesario; y por el contrario cada vez es más frecuente el
diálogo en las iglesias: la charla, los corrillos, el murmullo, y esto en un día cualquiera, que no
hay una conmemoración especial o bullanguera. En esos otros días de conmemoraciones, como por ejemplo las primeras
comuniones, el ambiente en muchos casos es: atroz, desapacible e incluso
ofensivo y bochornoso, teniendo en cuenta la dignidad del acto que se celebra. Pero incluso los cristianos
más comprometidos se han acostumbrado al comentario, o mejor dicho nos hemos
acostumbrado, y lo hacemos antes o después de la Santa Misa; nos hemos
acostumbrado a la charla que siempre se acaba alargando y que rompe el silencio
exterior e interior de los demás. En las iglesias de nuevo se deberían de poner
carteles bien grande y a la vista que
pusiera: “silencio estamos rezando” o este otro: “silencio lugar de oración” o
también podría servir: “por respeto al Señor, silencio” en último caso para
aclarar la situación pongamos: “Dios habita en la Eucaristía y Ella está en el
sagrario y el sagrario está aquí,
respeto por favor” con este último mensaje quiero aclarar que lo importante es
insistir en que Dios habita allí y le deberemos respeto. Hoy debido a la baja
preparación religiosa de los que en muchas ocasiones van a la iglesia es
necesario aclarar que Jesucristo está presente en la Eucaristía, en ese trozo
de Pan que se recibe al comulgar. ¡Si los que lo entendemos: hablamos y
hablamos sin respeto, que harán los que no entienden o no quieren entender!
Para terminar una anécdota: Un sacerdote quería saber si un niño estaba
preparado para hacer la Comunión y para ello le enseñó dos objetos sagrados: el
crucifijo y el sagrario, y le preguntó: “Donde esta Dios” y el niño primero
señaló el crucifijo y dijo: “aquí parece que está pero no está” y a
continuación señalando el sagrario dijo: “aquí parece que no está pero si
esta”. Hoy por desgracia hay muchas personas que no conocen esta realidad y
saludan con mucha veneración las imágenes pero no respetan el sagrario, pues
para ellos no significa nada, desconocen por desgracia el significado. Hace
falta formación cristiana, catequesis, doctrina y además vivencias, auténtica
vida cristiana; sólo de esta manera, con la doctrina y el ejemplo,
conquistaremos el mundo para que Jesús sea Rey, pero Rey de nuestros corazones.
Publicado en Forumlibertas.com 25 de noviembre de 2013
Publicada en Diario JAÉN 29 de noviembre de 2013