130 Vivir
de fe es bullir por dentro
Es cierto que a veces el sentimentalismo no sirve
para dar consistencia a una acción; pues para actuar nos debería mover la fe, o
la razón o la caridad o el cumplimiento de un deber; pero todo eso se puede
hacer: con frialdad, sin emoción, sin cariño, sin énfasis; o por el contrario
poniéndole algo de vida, de ese algo que da calor humano y que se puede llamar
sentimiento.
Por ejemplo el sentimentalismo no es suficiente
para ir a Misa, a Misa se va por amor y con la seguridad que nos viene por la
fe de que allí está Jesucristo. Pero junto a eso, y como un añadido que no
estorba y da sabor puede estar el sentimiento, la emoción de haber compartido
con Jesús una vivencia intensa.
Y dicen algunos ¿Es que yo soy seco como un palo?
Pues aviva tu expresividad, no te quedes tan frío, pues esa frialdad después de
la Misa, por ejemplo, puede parecer cara a los demás indiferencia respecto al
misterio. Un alma fría a veces no transmite: la fe, ni el amor, ni el
testimonio, ni nada.
Tenemos que poner: entusiasmo, vibración,
vivencia, expresividad, emotividad a todo lo que hacemos, y más aún si lo
hacemos con amor, aupados en el amor e intentando transmitir.
La esperanza también conlleva sentimiento; el que
espera bulle por dentro, siente palpitaciones en su corazón al vivir con
emotiva expresividad ese momento.
Hay un punto de Camino que dice: “Caras largas,
modales bruscos, aire antipático, así esperas animar a los demás a seguir a
Cristo”.
Así hemos vivido muchas veces los cristianos con
cara de “panteón” o cara “avinagrada” expresión que utiliza frecuentemente el Papa
Francisco; y así nos va, que parece que seguimos sepultados en las catacumbas
mientras el mundo discurre por otros derroteros. ¡Perdonadme! no somos malos,
pero sí ”tontos” tenemos una Verdad Salvadora y Eterna y andamos refugiados en
nuestra careta de indiferencia y de inseguridad dando muestras de una fe
incierta y poco comunicativa.
Muchas veces anunciamos la esperanza de un Dios
vivo que sabemos que es el entusiasta del amor y lo hacemos con tintes morados
y con cara de funeral severo.
En las manifestaciones de religiosidad popular
juega un papel importante el sentimiento e incluso el sentimentalismo, y me
pregunto ¿es eficaz ese sentimiento en las Romerías, en las procesiones de Semana
Santa? En estas expresiones de fe multitudinarias o simplemente callejeras el
sentimiento está a flor de piel, se vibra, se viven intensamente las emociones
y toda esta emotividad se multiplica ¿Pero al poco tiempo? ¿Quedará algo en el
alma? Creo que casi siempre: queda la huella de Dios que pasa, queda el
rescoldo de un fuego que ha quemado, queda el sereno susurro de una bella llamada.
Publicada en “Cartas al Director,
Tu voz en la red” Digital 19 de agosto de 2014