57 El cruel ejemplo de los cascos azules de la
ONU
Se ha insistido en la
necesidad de que se adopten medidas disciplinarias estrictas contra los cascos
azules a quienes se prueba responsables de abuso o explotación sexual durante
su trabajo como parte de la Misión de las Naciones Unidas
La
propia ONU documentó en el año 2005 más de 105 denuncias contra cascos azules
en la República Democrática de Congo. La organización denunció que los militares
se aprovechaban de la desesperada situación de las mujeres y niñas congolesas
para practicar el sexo con ellas a cambio de comida o pequeñas sumas de dinero.
Además en el informe -presentado tres años atrás- el organismo ya reconocía que
los abusos se repetían en cada misión de “paz”.
La
organización defensora de los derechos de los niños, Save the Children, viene
denunciando desde hace tiempo los abusos que sufren los niños por parte de
integrantes de fuerzas de paz y trabajadores de organismos humanitarios, y
asegura que es algo que ocurre en diferentes partes del mundo.
Un
estudio realizado por Save the Children descubrió un amplio rango de
explotación y abuso: niños intercambiando sexo por comida, sexo forzado, abuso
sexual verbal, prostitución infantil, pornografía infantil, esclavitud sexual,
ataque sexual y tráfico de niños. La organización pidió en su momento la
creación de una entidad internacional de vigilancia para confrontar el asunto,
sin embargo nunca se llevó adelante.
Camboya
fue el primer país en el que se tiene noticia de que los soldados de la ONU no
respetaran las normas en lo que respecta, especialmente, a la situación de la
mujer y las niñas, entre otras “ilegalidades”.
Pero
no fue hasta 1996, cuando la organización reconoció repentinamente la
implicación de los soldados en violaciones y su responsabilidad en el aumento
de la prostitución, trata de mujeres y abuso infantil en Angola, Mozambique,
Somalia, Bosnia, Croacia, Camboya y Ruanda, gracias a la información recogida
en el “Informe Machel”.
Conocido
por el nombre de su autora, Graçia Machel, antigua Ministra de Educación de
Mozambique y viuda de Nelson Mandela, el
informe “Impacto del conflicto armado en los niños” fue el resultado de dos
años de investigaciones y en él se recogen evidencias sobre las implicaciones
de los cascos azules en violaciones y prostitución de menores
Los
países americanos que recibieron integrantes del cuerpo de mantenimiento de paz
de las naciones unidas, también fueron víctimas de violaciones a sus derechos.
En
Haití, los cascos azules llegaron por primera vez en septiembre de 1993 con el
objetivo de ayudar a estabilización democrática, y todavía se encuentran en la
región. Ahora, el pretexto es mantener la seguridad en el país ya que
constituye, para la ONU y para Estados Unidos y algunas potencias europeas,
“una amenaza para la paz y la seguridad regional” Violaciones, pedofilia y
tráfico humano con destino al comercio sexual parecen formar parte del programa
a cumplir por las tropas de la ONU desplegadas en el país caribeño, según
denuncia la periodista Isabel Moyedo en Prensa
La
desesperación y las necesidades que reinan en los países donde los cascos
azules desembarcan, no es excusa para que persones que supuestamente están
encargadas de establecer la paz y mejorar las condiciones de vida de su
población, abusen de las mujeres y los niños.
Sin
dudas los soldados se aprovechan de su autoridad, y de sus ideas de
superioridad para pisotear los derechos humanos de las personas que
supuestamente, tendrían que estar defendiendo y garantizando.
En
un informe lanzado en 2006 por la ONG internacional AFESIP (Luchamos contra la
esclavitud sexual) se denuncia que gracias al estatuto legal de los cascos
azules “la actitud de Naciones Unidas y la de los países de origen de los
soldados ha impedido que violaciones y torturas demostradas y reconocidas por
la propia ONU acaben sin ningún tipo de condena”.
En
un capítulo titulado “Impunidad garantizada”, se explica que los cascos azules
y personal civil contratado por las misiones de paz, según la Convención de
Privilegios e Inmunidades de Naciones Unidas de 1946, no pueden ser juzgados
por el país en el que se desarrolla la misión. Es una condición sine qua non
que el país receptor de cascos azules firme un convenio con la ONU por el que
acepta estos privilegios e inmunidades. Así mismo, tampoco quedan bajo
jurisdicción del Tribunal Penal Internacional. Por otro lado, como la ONU no
tiene ningún tipo de tribunal interno, la única autoridad con capacidad para
juzgarlos es su país de origen. Hasta el momento y a pesar de la alta cantidad
de denuncias, tan sólo un par de casos han acabado en los tribunales y siempre
después de un gran escándalo, como el caso de los soldados italianos en
Somalia.
La
ONU, lo único que puede hacer es investigar las denuncias y poner en marcha
medidas disciplinarias para los soldados. Si finalmente se llega a identificar
al agresor se ponen en marcha medidas disciplinarias.
El
informe advierte que el máximo castigo es que te envíen de vuelta a casa.
Teniendo en cuenta que la estancia de los soldados en las misiones es rotativa,
el agresor iba a volver a casa de todas formas (muchas de las investigaciones
se cierran porque el implicado ya ha dejado la misión) y en ningún caso queda
inhabilitado para volver a ser casco azul en alguna otra parte del mundo o,
incluso, para volver a formar parte de la misión de la que se le expulsó.
Es
decir que los miembros de los cascos azules tienen vía libre para dejar de lado
sus misiones de paz para lo que habían sido enviados y cometer cualquier tipo
de delito amparados en la mismísima Convención de Privilegios e Inmunidades
confeccionada por la ONU.
En
ese marco, los países que tienen que soportar a los cascos azules en su
territorio vivirían más tranquilos y más pacíficamente sin la presencia de
ellos. Lejos están de conseguir la seguridad y la estabilidad democrática que
muchos países necesitan para poder desarrollarse y no tener que depender
económica ni políticamente de las misiones de paz o potencias mundiales.
Fuentes: HazteOir. org; EFE Nueva
York. 4 enero 2007; BBC Mundo. 5
de septiembre de 2011; Por
Nuria González Rouco: Desde la Redacción de APM. Agencia Periodística de Argentina. 15|08|2008
Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 28 de febrero de 2014
Publicada en DIARIO DE AVILA Digital 3 de marzo de 2014