198    Vive para unir

Esta época nuestra en la cual vivimos actualmente bien se puede caracterizar por la desunión: España está desunida: los españoles no acabamos de entendernos; por otro lado las familias están atravesando un momento crítico: rupturas, divisiones, separaciones, faltas de entendimiento. La familia, por desgracia, va mal; cada uno quiere tirar para un lado distinto del otro. El marido no  acepta a la esposa, la esposa no se entiende con los hijos, los hijos rechazan a sus padres. Por lo tanto la familia no atraviesa precisamente un buen momento y eso lo vemos todos. La sociedad por otro lado tampoco hace nada por remediarlo, más bien entre todos hemos creado un clima contrario a la familia, hemos creado un ambiente proclive a la diversidad. La televisión es un enemigo fuerte de la familia, la televisión fomenta la desunión. Hay muchos programas totalmente deformativos que están creando un mal ambiente. Conviene ir luchando, paso a paso, contra estos enemigos fuertes de la unión familiar.
Juan XXIII el Papa Bueno
Promotor de la Unidad
de los Cristianos
Y los cristianos también estamos divididos. En esta semana: del 18 al 25 de enero, se celebra la semana de la unión de las iglesias cristianas. También da pena ver cómo incluso los cristianos que debíamos de dar ejemplo de unidad vamos cada uno por un lado, por eso debemos de rezar con intensidad para buscar con ahínco y decididamente la unidad. No podemos seguir cada uno por nuestro lado. Cristo nos dio ejemplo de  unidad, de paz, de concordia. Es por ello por lo que el papa Juan Pablo II insistentemente pide que los cristianos recemos y hagamos lo posible para que la unidad sea una realidad efectiva. Cristo nos necesita unidos. Jesucristo es cabeza de una sola Iglesia; no podemos ni debemos romper el tesoro de nuestra fe, el tesoro de nuestras creencias, el valioso  tesoro de nuestra inquebrantable unidad.
Y para terminar unas palabras de Juan Pablo II con motivo de la promoción de  la unidad de los cristianos: "Como un faro que guía entre las sombras de las divisiones heredadas, desde hace tantos siglos, de pecados contra la unidad, permanece la inquebrantable esperanza de que el Espíritu de Cristo nos sostendrá en este camino, sanando nuestras debilidades y reticencias, y enseñándonos a vivir plenamente el mandamiento del amor:  "En esto conocerán todos que sois discípulos míos:  si os tenéis amor los unos a los otros" (Jn 13, 35)."

Carta publicada en el Jaén el 9 de febrero de 2004

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