430 La sal
de la feliz convivencia.
Para convivir pacíficamente, respetuosamente y
amablemente, tanto en familia como en sociedad o en un centro educativo o en el
trabajo, es necesario guardar unas normas de comportamiento que son esenciales
para la buena marcha de las relaciones entre personas, cuestión ésta
importantísima para que una sociedad se desarrolle adecuadamente.
A veces para vivir en libertad creemos que podemos
hacer las cosas pensando sólo en nosotros mismos y sin contar con los demás o
contando con los demás pero sólo cuando nos interese.
El egoísmo forma parte importante de nuestro ser y
debido a esto en nuestra vida aparecen habitualmente muchos errores de
comportamiento, errores que si no lo detectamos y corregimos pueden dar lugar a
situaciones escabrosas o situaciones que al final traerían consigo ambientes un
tanto difíciles.
Hace falta respirar siempre el aire puro de la
sana concordia:
·
Para convivir, para dialogar, para
trabajar, para estudiar, para la diversión, para el descanso, para vivir en
paz, para la salud y para todos los elementos esenciales que forman parte de la
existencia de un humano.
He aquí algunos indicadores respecto a la
convivencia pacífica:
·
Respetarse mutuamente.
·
No ser soberbios, ni presuntuosos.
·
No despreciar a nadie.
·
No hablar a los demás con arrogancia o
altanería.
·
No reírse de los defectos de los demás.
·
No jactarse de los fallos o de las equivocaciones
de otros.
·
No crear mal ambiente entre nosotros.
·
No amargar la vida de los demás.
·
No dedicarse a insultar.
·
No deshonrar la fama del prójimo.
·
No burlarse habitualmente de los demás.
·
No ahondar en los complejos ajenos.
·
No crearle nuevos complejos a los débiles.
·
No dar voces, ni gritar en el ámbito
familiar.
·
No ignorar a las personas.
·
No crear en otros: miedos, ni
incertidumbres.
·
No intimidar con nuestras opiniones.
·
No inutilizar a los demás con nuestras
palabras y con nuestras acciones.
·
No mentir.
·
No calumniar, ni murmurar.
·
No aislar despectivamente a los demás en
las conversaciones.
·
Contar con todos, en los asuntos
familiares, sociales o profesionales.
·
Atender siempre a las preocupaciones de los
demás.
Ocuparnos de los demás:
·
De su vida, de su salud, de sus
inquietudes, de sus desgracias, de su trabajo, de su familia, de sus
dificultades, de sus éxitos, de lo que les hace felices.
Crear siempre en donde estemos un ambiente
agradable, procurando evitar aquellas situaciones incómodas o un tanto
violentas o un tanto agresivas.
A veces por circunstancias intrascendentes se
rompe la armonía, se pierde la paz y se pierde lo agradable y sabroso de la
vida.
Es triste ver como personas que se quieren viven
en un infierno, abocados a la ruptura y en un continuo desencanto, desamor o
desaliento.
Pablo VI decía que hoy día, él murió en 1978,
había muchos medios para crear placer pero pocos para crear alegría. Esto sigue
siendo actual, yo diría que sucede aún más si cabe que en aquel tiempo.
La felicidad en muchos casos es fruto:
·
Del sacrificio, del amor, de la buena
voluntad, de la dedicación a los demás, a veces sin pensar incluso en nosotros
mismos.
Las atrocidades que el egoísmo consigue en esta
época nuestra son incalculables y lo vemos cada día.
Los hogares, las familias en ocasiones son
auténticos campos de batalla, y en muchos casos se empieza con cosas
insignificantes que acaban siendo detonantes de una hecatombe con resultados
imprevisibles.
Igual sucede en los colegios, en los lugares de
trabajo y en muchas otras situaciones. Se empieza por una discusión y se acaba
con situaciones penosas y desagradables. Evitemos esto y pongámonos manos a la
obra para construir una convivencia en paz.
Publicada
en DIARIO DE AVILA Digital 7 de octubre de
2015
Publicada
en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 8 de octubre de 2015
Publicado
en Diario de Córdoba. Digital 9 octubre
2015
Publicada
en Diario JAÉN 11 de octubre de 2015