160 El Milagro
de las bodas de Caná
Quizás la Iglesia tenga una explicación consistente
sobre la profundidad de este milagro del Señor. Yo con la fuerza que me da el
conocimiento de la figura de Jesús, con lo que conozco de su santísima Madre y
con mi personal experiencias de vida cristiana, voy a tener el atrevimiento de
explicar algunos detalles significativos de este milagro.
Este es el primer milagro de Jesús y lo hace a
petición de su Madre. Esto me hace pensar en el importantísimo papel de la
Virgen en la vida de Jesús y en su proceso salvador y redentor. La Virgen dice,
Jesús hace. Hay una perfecta sintonía entre el amor de Jesús por los demás y el
amor de la Virgen también por los demás. Y esto sucede en una boda.
Las bodas en el evangelio simbolizaron en muchas
ocasiones el Cielo. Son un preludio de las Bodas del Reino, son un preludio de
la felicidad eterna, del paraíso. En una boda se palpa el amor, un amor
simbolizado por una mujer y un hombre que se quieren y se entregan. Ese amor en
el matrimonio alcanza un extraordinario grado de plenitud. Jesucristo lo
compara al amor entre Él y su Iglesia. Por lo tanto hablamos aquí de la
inmensidad del amor, de la grandeza del amor, de la exaltación del amor. Este
es el sacramento del amor, en el que el amor es la materia.
Y María pendiente de todo se da cuenta de que
alli, en aquel festejo exuberante del amor en su máximo grado, falta el vino.
Es como si tenemos un menú estupendo con los ingredientes necesarios realizado
con amor y por amor pero falta la sal, esa sal que alli no puede ni debe estar
ausente. En las bodas en las que se celebra la sublimidad del amor, en las que
se celebra esa entrega sin límites; en esa fiesta tan divinamente especial no
puede faltar el vino, el vino que alli simboliza el culmen de la felicidad y de
la alegría.
En las Bodas del Reino, en el Cielo no puede
faltar tampoco lógicamente el amor, ese amor embriagador que colmará nuestras
ansias de felicidad: y junto al amor estará la alegría y junto a la alegría esa
inmensa felicidad que de Dios con fuerza emana. Cuando la Virgen indica a Jesús:
“No tienen vino” el Señor contesta: “Déjame que aún no ha llegado mi hora”
había llegado la hora de pedir por parte de la Virgen pero no había llegado la
hora de Jesús ¿Qué sucederá? ¿Quién tendrá que cambiar sus planes?
En lo referente al amor Jesús se adelanta siempre.
Y por el amor y para el amor, Jesús hace el milagro para complementar en esa
boda espléndidamente la felicidad con el amor y el amor con la alegría. Pero
como en todo hay que hacer referencia a esas Madres que siempre están
pendientes de los detalles, de esos detalles pequeños pero que son al fin la
grandeza de la vida.
En el Cielo Dios se adelantará en el amor, Dios se
adelantará buscando nuestra felicidad. Dios se desvive por nosotros para
prepararnos con esmero las bodas del Festín Eterno. Allí no faltará: ni el vino,
ni el placer, ni la dicha, ni la alegría; ni faltara esa sal tan especial que
consigue que los alimentos tengan ese placentero sabor. En las Bodas, en ese Cielo
nuevo, Dios ha escogido: el mejor amor; la mejor felicidad; la alegría
desbordante; el placer sin límites; y el vino, el vino que es ejemplo de ese
tan especial y tan peculiar deleite. Y allí, en el Cielo descubriremos la
Pequeñez de nuestra Grandeza y la Sublime Excelencia de no ser Nada.
Y Jesús allí: ansioso de hacernos felices, estará entregándonos
su divinidad para colmar nuestros deseos. Y allí, Jesús con nosotros buscando, para
cada uno, la fórmula mágica del Vivir Eterno.
Y allí Jesús, exhortó contemplando la felicidad
tuya y la felicidad mía, la felicidad de miles y millones de personas que
saborean: “Ese agradable vino en esas magnas Bodas de tan singular Reino”; que
saborean, reitero, la alegría y la felicidad de este festín eterno.
Y preguntas: ¿Allí habrá fútbol? Pues sí, allí hay
fútbol
¿Y allí habrá arte? Cómo no, siendo el arte la
excelencia de un Dios grandioso que todo lo puede
¿Y allí habrá…? Todo lo habrá allí superando con
creces tus posibilidades de ser feliz.
¡Y si quieres más!, ese más cuando llegues allí se
te dará, pues los límites en Dios no existen y todo es infinitamente más amplio
que los cortos deseos de tu corazón.
Y antes de nada cuando llegues al Cielo pasa a
probar el vino, ese sabroso vino de Caná de Galilea y comenzarás acertadamente
tú más larga estancia. Tu estancia en aquel vergel extraordinariamente inusual
que invita solo a centrarse en la feliz dicha de un espectacular y colosal amor
eterno.
Publicada en “Cartas al Director,
Tu voz en la red” Digital 28 de octubre de 2014
Publicado en Forumlibertas.com 31 de octubre de 2014