440 Perseguidos y atormentados.
Jesucristo muere cada día por los millones de corazones duros e impenetrables que pueblan la tierra.
Jesucristo:
“Está muerto”. Muerto y especialmente muerto, en un mundo cruel y terrorífico
que le ha dado total y absolutamente la espalda, que le ha plantado cara, que
se ha enfrentado y se enfrenta cada día a Él.
Para
redimirnos de las tremendas y constantes atrocidades de este mundo nuestro,
Jesús tuvo que sufrir con absoluta crueldad.
De
ahí que la pasión y muerte del Señor en la cruz fuera tan especialmente
espeluznante.
A
eso hay que unir el especialísimo dolor de la Madre, un dolor hondo,
consentido, aceptado; pues Ella sabía la magnitud del rescate que había que
realizar.
También
unimos al dolor del Señor:
·
El dolor de los Santos de aquella época, coetáneos que sufrieron y
murieron junto a Jesús y con Jesús.
·
Y después esa legión de seres humanos que a lo largo de los siglos han
vivido cara a Dios y cara a los hombres en un constante holocausto de dolor,
pero también de amor.
Después
de morir Jesucristo, Él estuvo tres días muerto para empapar la tierra con su
sangre, para que la semilla de su inmenso dolor diera el fruto deseado.
La
pasión del Señor fue lenta, la agonía de Jesús también lo fue, y la muerte y la
resurrección requerían también ser especialmente lentas para que el mundo fuera
consciente: de la orfandad de Dios que sufría en esos instantes la tierra, y de
la grandiosidad del rescate realizado.
Hoy
tenemos también un lento y cruel holocausto. El holocausto:
·
De miles de personas que mueren: atormentados, crucificados, degollados
y decapitados.
·
Y de otros miles que sufren: enfermedades, hambre, aislamiento y
desamparo.
Y
todo por dar testimonio de su fe en un mundo acorralado por la maldad
manifiesta de otros; otros que, en apariencia al menos, son seres humanos.
Ejemplos,
de algunos de estos lugares terribles, son:
·
Siria, Kenia, Iraq, Turquía, Irán, Líbano…
En estos
países mueren los cristianos, y un ingente número de personas, por la barbarie
inhumana de multitud de sanguinarios sin piedad.
Señor
Jesús:
·
Haz que se acabe, en toda la tierra, este tiempo de prueba.
·
Y haz que comience un periodo de:
bonanza y de paz, de sosiego.
·
Haz también que este mundo sanguinario se convierta en un vergel, en un
paraíso, en donde podamos proclamar abiertamente Tus grandezas.
Señor
líbranos prontamente:
·
De la voz del terrorista.
·
De la mano perversa.
·
Del cuchillo afilado.
·
De la bomba destructora.
Señor, por tu benevolencia:
·
Líbranos de todos los males, en este tiempo de zozobra e iniquidad.
Amen.
Publicada en DIARIO DE AVILA
Digital 4 de noviembre de 2015
Publicado
en Diario de Córdoba. Digital 6
noviembre 2015
Publicada
en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 7 de noviembre de 2015
Publicada
en Diario JAÉN 9 de noviembre de
2015
Publicado en Periódico de Extremadura.
Digital.
12 de noviembre de
2015