33     En las proximidades del dolor


Hace años conocí un hombre santo que con el convencimiento que le daba la vivencia de una fe profunda se atrevía a decir: “Bendito sea el dolor, amado sea el dolor, santificado sea el dolor”. No pretendo por supuesto que el que me lea entienda este mensaje, habrá quién le parezca una aberración que contradice la esencia misma de la naturaleza humana.
Tampoco puedo por supuesto ahora explicar el sentido de ese profundo mensaje, pero si quiero que me sirva de introducción para adentrarme en el controvertido tema del dolor, realidad palpable –diaria-  realidad viva y sentida, que desgarra nuestro cuerpo y da desasosiego a nuestra alma. Y quiero hablar del dolor para que -algún día- seamos capaces de vislumbrar al menos el mensaje que hay tras él. El dolor nos encamina a la Vida, el cielo es el fruto de una purificación vivida con amor. Por eso yo aconsejo que seamos capaces de vivir el bienaventurado mensaje evangélico. Y vivirlo, supone estar cerca físicamente del que sufre.
Los pobres, los enfermos, los marginados, los que tienen el alma podrida por el pecado, y los que angustiados buscan la verdad pero no la encuentran, ¡todos! ¡Sí, todos! necesitan nuestra cercanía, el calor de nuestra presencia, el aliento de nuestro vivir esperanzado. Necesitan nuestra vida, para que con la ayuda de nuestra generosa entrega, puedan entender el porqué de algo que parece inexplicable.


Publicado en Diario JAÉN       19 del 7 de 1996
Publicado en Diario ALMERIA   28 del 7 de 1996  
Publicado en Diario IDEAL       29 del 7 de 1996   

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