346 La
riqueza ante él Pozo de Sicar
A veces la Riqueza Evangélica es tan profunda y
nos dice tantas cosas que puesto que en muchas ocasiones la leemos o la oímos
tan rápido no somos capaces de descubrir la grandeza del contenido.
Esto también nos puede pasar a la hora de reflexionar
sobre el relato del pozo de Sicar, que es un relato tan genuinamente esencial pues
nos describe aspectos muy importantes de la Revelación. En el relato
evangélico, Jesucristo dice con autoridad: quien es Él y para que está aquí.
La grandeza de la “Palabra de Dios” es:
Primero: Que es una palabra escrita, que hoy
gracias a los medios que hay, de todo tipo, podemos leer en cualquier momento; y
pensar y meditar y explicar a los demás.
Segundo: Que durante II milenios ha seguido el
curso de la tradición, no nació en 2014, es tradición viva y vivida, de muchos,
muchos siglos.
Tercero: Que el Magisterio de la Iglesia la cuida
con el cariño insustituible de una “Madre buena” para que no se tergiverse y para
que siga siendo siempre “la Palabra”. Esa “Palabra” que es un manantial inagotable
de agua pura y cristalina que salta hasta la Vida Eterna.
Cuarto: En todo lugar tenemos en nuestra Iglesia:
“Una, Santa y católica” pastores que nos la dan a conocer: escudriñando su
sentido; descubriendo su mensaje; subrayando lo esencial; destacando su
trascendencia; y tachando, si necesario fuera, lo anecdótico o complementario
que existe en todo documento escrito.
Empezamos ahora por lo verdaderamente importante y
lo hacemos de una manera ordenada y clarificadora: “Dios habla” pero: ¿Para qué
y por qué habla? ¿Qué nos dice? ¿Qué hacemos con esa doctrina?
Dios habla a todos, otra cosa es que despreciamos
esas ricas fuentes que son la Biblia y la Iglesia. Y Dios habla para darnos a
conocer su espléndido mensaje de Salvación. Y habla a cada uno individualmente
y al corazón; de tal manera que Jesús quiere dirigir personalmente nuestras
vidas, las de cada uno individualmente. Por lo tanto no habla solo a
muchedumbres; usa los elementos adecuados para llegar al alma y decirle a cada
uno cuál es su camino, cuál es su vocación. Lo que Dios nos dice podemos aceptarlo
con la ayuda de la fe o despreciarlo haciendo uso de nuestra libertad.
En este relato aparece un gran personaje Dios. Aparece
también Jesucristo como “elemento” primordial de la Revelación. Aparece la Samaritana
que es un ejemplo del mundo de entonces, ella vive -pero de lejos- el plan de
salvación de Dios, y Jesús le da a conocer su proyecto salvífico, y ella cree y
se convierte; Cristo desde entonces para ella es un personaje: Fascinante,
atractivo, cautivador, cercano y Mesías o Salvador. Jesús llena el corazón de
aquella mujer de esperanza.
Siguiendo con el texto: El relato del Agua Viva está
lleno de sabiduría. De una forma espléndida, llena de vigor y de viveza le
explica a la Samaritana: “las Realidades Divinas”, “la Redención”, “su proyecto
de Amor”.
En un contexto dialéctico fluido; en un lugar muy
especial, dado la tradición histórica del pozo de Sicar, Jesucristo se desborda
para dar a conocer su Misterio.
Jesús aparece en aquel relato “especialmente” lleno
de Dios. Habla con el poder del Gran Profeta, Él lo es; y puesto que lo es, la
grandeza de su Padre Dios fluye allí: vivamente y maravillosamente;
obteniéndose la sencilla, pero a la vez sublime, realidad de convertirse en un
relato excepcional.
Está claro que la grandeza de Dios es
inconmensurable. En aquel momento parece que ha llegado su hora: la hora de la
Plenitud, la hora del Amor, la hora de Dios; esa hora mágica que resume todo lo
esencial para que la plenitud del mensaje se dé.
Y, en aquel instante, Jesús abre en plenitud: “El Cráter
de su Divino Volcán” y entrega: “El Testamento Vivo de su propia Vida”, entrega
su “Palabra”, entrega el bello y tan necesario: “Manantial de su Auténtica Grandeza”.
Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 23 de julio de
2014
Publicado en Forumlibertas.com 24 de julio de 2014
Publicada en Diario JAÉN
25 de julio de 2014