426 La mundanidad anestesia el
alma
La parábola del rico epulón, nos dice:
·
“Había
un hombre vestido de púrpura y lino finísimo que cada día se concedía banquetes
opulentos”.
El Papa
Francisco observa que no se dice de él en el evangelio que era una persona
mala:
·
“Es
más, quizás era un hombre religioso, a su modo. Tal vez rezaba alguna oración”.
·
“Pero
no se daba cuenta de que en su puerta había un pobre mendicante, Lázaro,
hambriento, todo llagado”.
Que era símbolo de la extrema necesidad que tenía.
El Santo Padre explicó:
El hombre rico cuando salía de su casa, lo
hacía… tal vez con sus “ojos oscurecidos” para no ver afuera…
Y con los ojos de su alma totalmente
oscurecidos para no ver.
Sólo veía su vida, y no se daba cuenta de
lo que le había sucedido a este hombre.
Y no era malo, estaba enfermo:
·
“Enfermo de mundanidad”.
Y la mundanidad trasforma las almas, hace
perder la conciencia de la realidad, se vive en un mundo artificial, hecho por
ellos…
·
“La mundanidad anestesia
el alma”.
Y por esta razón, este hombre mundano, no
era capaz de ver la realidad.
Y la realidad, dijo el Papa, es la de
tantos pobres que viven junto a nosotros:
·
“Tantas
personas que viven su vida de manera difícil, de modo difícil. Pero si yo tengo
un corazón mundano, jamás comprenderé esto”.
·
“Con el
corazón mundano no se puede entender la necesidad y la necesidad de los demás.
Con el corazón mundano se puede ir a la iglesia, se puede rezar, se pueden
hacer tantas cosas”.
·
“Pero
Jesús, en la Última Cena, en la oración al Padre, que Él ha rezado, dice: Por
favor, Padre, custodia a estos discípulos, para que no caigan en el mundo, para
que no caigan en la mundanidad”.
·
Es un
pecado sutil, es más que un pecado:
o
“Es un
estado pecador del alma”.
En estas dos historias, nos dice el
Papa, hay dos juicios:
·
Una
maldición para el hombre que confía en el mundo.
·
Y una
bendición para quien confía en el Señor.
El hombre rico aleja su corazón de Dios:
·
“Su
alma está desierta”
·
“Es una
tierra de salobridad donde nadie puede vivir, porque los mundanos, a decir
verdad, están solos con su egoísmo”.
·
“Tenía
el corazón enfermo, tan apegado a este modo de vivir mundano que difícilmente
se podía curar”.
Además, añade el Pontífice, mientras el pobre tenía un
nombre, Lázaro, el rico no lo tiene:
·
“No lo
tiene, porque los mundanos pierden el nombre. Son sólo uno de la multitud
pudiente, que no necesita nada. Los mundanos pierden su nombre pues se quedan
encerrados en su yo”.
·
Porqué
yo tengo, porqué yo soy, porqué yo poseo….
También nosotros, si tenemos el corazón mundano, hemos perdido el
nombre. Pero nunca somos huérfanos.
Hasta el final, hasta el último momento,
hasta el último aliento existe la seguridad de que tenemos un Padre que nos
espera.
Encomendémonos a Él. En medio de aquella
mundanidad nuestra, Él nos dice: “Hijo”. No nos deja huérfanos, nos dice
insistentemente: “Hijo”.
Y se nos
dice en Catholic.net:
¿Hay un Lázaro a tu lado?:
·
¿Lo ves, lo acoges?
·
¿O tienes cerrada la ventana del alma y miras sólo hacia dentro de ti,
quedándote en tus propios problemas?
Misericordia
significa sentir con el otro sus miserias y necesidades y como consecuencia de
esa compasión auxiliarlo en lo posible.
El Papa pide misericordia
más que sacrificio, recordando que todos tus bienes y talentos que recibes de
Dios son para servir a los demás. Excelente momento para reflexionar.
Publicada en DIARIO DE ÁVILA Digital 31 marzo 2016
Publicada en “Cartas al Director,
Tu voz en la red” Digital 2 de abril 2016
Publicado
en Diario de Córdoba. Digital 31 de marzo 2016
Publicado en
Forumlibertas.com “Opinión” 8 de abril de 2016