4 Compartiendo
serás feliz
Este mundo nuestro tan achacoso y podrido en tantas
ocasiones no se arreglará sólo, ni con la ayuda de los poderosos, ni con la ayuda
de los políticos que ya se ve en este tiempo por donde circulan y en que
bienestar piensan y en muchas ocasiones a quien ayudan; éste mundo nuestro se
arreglará sí, algunos al menos, entendemos que tenemos que compartir, que los
bienes no sólo son nuestros sino de todos los seres humanos, y todos necesitan algo de nosotros y nosotros
a su vez necesitamos mucho de todos. Y ahora me quisiera dirigir a: Los
egoístas; los que sólo cultivan su yo; los que se centran en sus problemas; los
que con tanta facilidad se olvidan de las desgracias ajenas; los que ni quieren
ni pueden entender la problemática de los más necesitados; los indeseables que
se encierran en su riqueza; los hubo que guardan su talento y sus bienes sin
pensar en los que se mueren de hambre; los que juntan y juntan hasta conseguir
que el tesoro y la riqueza acabe con ellos; los usureros y adinerados que normalmente no tienen: ni
entrañas ni piedad; los que roban el jornal ajeno; los que explotan a los
demás; los que desde posiciones acomodadas roban y roban sin escrúpulos; a los
que no se han enterado todavía que existen millones y millones de personas en
todo el mundo que viven miserablemente por debajo del umbral de la pobreza; a
los que no sienten el dolor de esos niños en
todos los lugares del planeta que
no tienen nada de nada; a los que no les preocupa la cultura de los
desfavorecidos, ni la ignorancia en tantas partes del mundo; a todos, les
recuerdo que por ese camino no encontraran la felicidad y que además en la vida
eterna pagarán con creces su culpa y su pecado. Los avaros siempre están
sufriendo, pues siempre están pensando en ese cada día más que les atormenta;
los usureros son esclavos de su afán de poseer. Dios a través de Jesucristo nos
ha hecho entender perfectamente que la felicidad de esta tierra no pasa por la
riqueza sino por la capacidad de amar, es por ello por lo que Jesucristo nos da
siempre un ejemplo claro de pobreza, pobreza evangélica, pobreza que llega
hasta sus últimas consecuencias. Los evangelios: del joven rico, de la mujer
que entrega su pequeño donativo en el
templo y tantos otros nos muestran a un
Jesús pobre, a un Jesús que camina ligero de equipaje pero con un
corazón enamorado: un corazón que comparte y se entrega. Quizás en este tiempo
de mezquindades; de ladrones que pululan de un lado para otro; de negociantes farsantes;
de personas sin piedad que sólo buscan
su placer al precio que sea; de políticos corruptos; de letrados indecentes; de
jefes que roban al operario y de operarios que hunden temerariamente los
negocios del jefe; de personas que roban porque piensan que los demás siempre
les están robando; de personas que no cumplen con el horario de su trabajo, causando
un daño irreparable al que le paga; de personas injustas; de personas que no
saben lo que es la caridad; de personas que no comparten: ni su tiempo, ni su
dinero, ni sus talentos, ni sus habilidades, ni su inteligencia, ni su poder,
ni su alegría, ni sus diversiones. Hay muchas personas que sólo comparten: su
agresividad, su mal carácter, su intransigencia, su intolerancia, su
desfachatez, su arrogancia … Y además
para terminar una buena norma para tu conducta diaria, comparte siempre: tu
simpatía, tu alegría, tu amistad, tu sonrisa, tu capacidad de dialogar, tu
capacidad de comprender, tu sencillez y todos aquellos dones que tú tienes y
que yo desconozco. Y por si quieres más, fíjate en Francisco papa, el de esto
sabe muchas más cosas, busca en su vida y te sorprenderás de la fuerza
impetuosa de su amor por todos y cada uno de nosotros.
Publicada en Diario de Ávila 14
de noviembre de 2013