237 Riqueza evangélica
Cada día me
admiró más de la riqueza que hay escondida en los pasajes evangélicos. Muchas
de sus palabras contienen un mensaje para reflexionar y llevar a nuestra vida
cotidiana. Vida cotidiana en la que tan ausente esta un sentido de
trascendencia, de servicio y de valores. Hoy quiero hacer un breve comentario
de algunas de las parábolas evangélicas, ellas contienen un caudal inmenso de
sabiduría y de vida. Quizás la parábola más difundida es la del “Hijo pródigo”.
Es apasionante la lectura meditada y atenta de este texto sagrado. El Padre un
ejemplo de amor y cariño sin límites, no cabe más ternura en su corazón, no
cabe una donación más completa para el bien del ser amado. Dios se da del todo.
Hay un libro fascinante de espiritualidad llamado: “El Regreso del Hijo
pródigo” son unas meditaciones ante un cuadro de Rembrandt escritas por Henri
Nouwen, un sacerdote, Profesor de universidad y que durante
años estuvo en una
institución que se dedica al cuidado de enfermos mentales. En este libro he
visto la capacidad del ser humano para saber obtener a través de, como en este
caso, una pintura unas maravillosas reflexiones sobre la vivencia de esta
parábola del Hijo pródigo. Para mí en esta obra genial se ve la experiencia
literaria y la riqueza espiritual de este gran escritor, de este gran
humanista, de este hombre que conoce con tanta profundidad lo que hay escondido
en el corazón del ser humano. Qué pena que en estos tiempos las personas de
talento y talante hayan sido sustituidas por sabios financieros dedicados al
expolio de lo ajeno y al engaño en todas sus facetas. Si quieres leer un libro profundo, atractivo, ameno,
lleno de vida y que te sea útil para tu camino en la vida espiritual lee este libro y te ayudará a descubrir cómo el arte y la lectura pueden
ser útiles para que podamos descubrir las grandezas espirituales de nuestra
vida y la grandeza de ese Dios, a veces tan lejano, pero a veces también tan
cercano, tan amable, tan querido y del que tenemos tanta necesidad. Sobre temas
evangélicos habrá escritos millones de libros en los cuales podemos descubrir
la grandeza del evangelio que Dios ha inspirado. En muchas ocasiones los
hombres y las mujeres de este tiempo pasamos nuestra vida inútilmente, leyendo
cosas de escasa utilidad, sólo para diversión, y poco tiempo dedicamos a
conocer la grandeza trascendente de nuestra existencia, y así vamos sin rumbo,
sin brújula; vamos sin conocer el camino adecuado, y despistados deambulando de
un lado para otro sin saber a ciencia cierta cuál es nuestro fin, y en este
trasiego a veces encontramos la muerte
propia o ajena y nos sorprendemos, nos pilla de sorpresa, sabíamos que existía
pero no tan cerca de nosotros y la sorpresa es mayúscula y el desencanto grande
y el desaliento más grande aún. Por lo tanto para que no nos pille de sorpresa
la realidad de la vida, para que no nos sorprenda lo fatídico, vivamos cara la
trascendencia, busquemos en el evangelio la raíz de nuestra existencia,
busquemos a Dios: un Dios cercano, amable, cariñoso y que nos espera desde
siempre para ese fraternal abrazo que llena de contenido la vida del Hijo
pródigo y que llenara de contenido tu vida, si tu ya desde ahora te pones en
camino.
“El Regreso del Hijo pródigo” de Rembrandt |
Publicada en
Diario Jaén 4 – 4 - 2013