572 El entusiasmo de su vibrante felicidad.

572   El entusiasmo de su vibrante felicidad.

En este mes de noviembre de Santos y difuntos quiero escribir brevemente sobre la santidad, un tema trascendente e importantísimo pero desconocido para muchos, incluso para muchos cristianos.
De los Santos que he conocido por diversos motivos y de diversas formas.
·        He conocido más de cerca a:
San Josemaría, San Juan Pablo II y Beato Álvaro.
·        He conocido por su doctrina:
Beato Lolo, Santa Teresita de Lisieux y Santa Teresa de Calcuta.
·        He conocido como Santos anónimos:
·        Mis Padres: Antonio y Micaela; mis tías: Pastora, Asunción y Anita; laicos del Opus Dei: Paco Romero y Diego Peláez; sacerdotes del Opus Dei: Juan Ramón López y Ramón Romera; sacerdote Paul: Padre Conde; sacerdote Salesiano: Jesús Amable; ama de casa: Antoñita Moreno; y laico devoto de la santísima Virgen: José Luis del Río Moreno.
En todos he descubierto:
·        El entusiasmo continuo de una vida vibrante.
·        La entrega a Dios y a los demás.
·        Y la aceptación plena: del dolor, del sacrificio y de las contrariedades de cada día.
Y ante todo siempre un remedio, la virtud:
·        La alegría, la felicidad, el optimismo, la ternura, la fe, la paciencia, la fortaleza, la coherencia, la honestidad, la lealtad, la limpieza espiritual, la esperanza, la serenidad, la fidelidad al magisterio, la práctica de los sacramentos y la delicada y constante atención corporal y espiritual a los demás.
La vivencia más intensa con Dios hace que estas personas sepan ser más sacrificadas, sepan vivir aceptando todas las dificultades, contratiempo y contradicciones.
Los decaimientos, las tristezas, los desánimos, los pesimismos y los desalientos son propios de las personas que viven en la oscuridad de un horizonte alejado de las realidades divinas.
Muchas personas en este mundo tienen fe pero se crean en muchas ocasiones obstáculos: reales o no, y ello es debido al egoísmo, a la soberbia, al pensar demasiado en uno mismo; y ello les hace caer y al caer se olvidan de Dios o les hace vivir distraídos, sin compromisos. Todo esto origina que el horizonte de sus vidas se diluya en un escenario: infértil, ineficaz e infecundo.
Por lo tanto una meta para todos, la de vivir con la audacia generosa de los Santos y con la valentía de esos héroes de Dios que ya ocupan la tribuna de honor en el celestial paraíso. Allí en ese lugar en donde Dios “juega” el divino juego de la eterna e infinita felicidad; y “juega” el juego de alcanzar, para todos, un amor sobreabundante y sin período de caducidad.
Ánimo en la cola de la santidad estamos los primeros, pero por nuestra apatía y por nuestra dejadez podemos quedar los últimos.
Quedar los últimos en el amor es, para el ser humano, una triste y desalentadora desgracia.

Publicada en DIARIO DE ÁVILA Digital   28 de noviembre de 2016

Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 
7 de diciembre de 2016