15 Lo leerá en el cielo
Estando de viaje mi familia y yo, aprovechamos para
felicitar, por escrito, en su cumpleaños a un amigo, a un buen amigo, a un
amigo de gran corazón; y dolorosamente sorprendidos, a la vuelta del viaje,
recibimos la noticia de que nuestro amigo, en un instante, con la fugacidad de
lo que no admite espera se ha marchado al Cielo. Se ha ido sin avisar, ha
volado con la agilidad que le es propicia a las almas llenas de bondad, que son
capaces de alcanzar vertiginosamente las regiones celestes.
A la carta, como a nosotros, le sorprendió también la
fugaz rapidez del imprevisto y llegando en su día, llego tarde.
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Los hombres de fe nos deberíamos ir acostumbrando a
pensar más en el Cielo, porque la eternidad, por la inmensa duración de lo que
nunca acaba, merece una mayor atención. Creo que más, que la que dedicamos a
esta vida que se va inesperadamente, con la fugacidad de lo caduco.
Querido Pepe, inmerso como estarás en la plenitud de
Dios, gozando de la inmensidad de lo celeste, recibe nuestro abrazo, ¡con
fuerza! , como evidente muestra de un cariño que perdurará, atravesando la
barrera del tiempo.
Publicada en Diario Jaén
el 9 del 9 de 1995