15 Lo leerá en el cielo


15   Lo leerá en el cielo

Estando de viaje mi familia y yo, aprovechamos para felicitar, por escrito, en su cumpleaños a un amigo, a un buen amigo, a un amigo de gran corazón; y dolorosamente sorprendidos, a la vuelta del viaje, recibimos la noticia de que nuestro amigo, en un instante, con la fugacidad de lo que no admite espera se ha marchado al Cielo. Se ha ido sin avisar, ha volado con la agilidad que le es propicia a las almas llenas de bondad, que son capaces de alcanzar vertiginosamente las regiones celestes.
A la carta, como a nosotros, le sorprendió también la fugaz rapidez del imprevisto y llegando en su día, llego tarde.
Ampliar y leer
Pues, ahora yo, aprovechando la oportunidad que me brinda este diario, que él, a buen seguro, leerá en el Cielo -pues asiduamente lo leía en la tierra- quiero de nuevo escribirle para felicitarlo y esta vez tendré buen cuidado en que la carta llegue, inexcusablemente, a su destino, y que sea Dios el que se la entregue. A Él, esto le pido con la audaz confianza del niño que a su Padre, poderoso entre los poderosos, le pide la luna, porque sabe que para un padre todo, y aún más, es posible.
Los hombres de fe nos deberíamos ir acostumbrando a pensar más en el Cielo, porque la eternidad, por la inmensa duración de lo que nunca acaba, merece una mayor atención. Creo que más, que la que dedicamos a esta vida que se va inesperadamente, con la fugacidad de lo caduco.
Querido Pepe, inmerso como estarás en la plenitud de Dios, gozando de la inmensidad de lo celeste, recibe nuestro abrazo, ¡con fuerza! , como evidente muestra de un cariño que perdurará, atravesando la barrera del tiempo.

Publicada en Diario Jaén  el 9 del 9 de 1995