498 La agonía tras el aborto.
Tremendamente afligida se llevó sus manos al rostro, entones
supe ya que aquella mujer que tenía frente a mí estaba a punto de confesar por primera
vez que había abortado:
·
“Mi trabajo como acompañante en el dolor, me ha permitido estar frente
a una gran cantidad de situaciones dolorosas y de mucho sufrimiento. Sus
historias me conmueven, me duelen y, gracias al don de la compasión que Dios me
concedió, desde muy pequeña puedo aunarme a su dolor”.
·
“Sin embargo, nada sacude más mis entrañas de mujer y despierta mi
compasión, como ver llorar a una mujer cuando habla de lo que paso en su vida,
después de haber cometido un aborto”.
Abortar
es abortar-me. Una vez más lo pude comprobar al escuchar a esta mujer, madre
hoy de dos hijos, en mi oficina en Texas.
Martina
se llevaba las manos a la cara al tiempo que se quedaba en silencio. Un largo y
triste silencio:
·
“En ese momento supe que iba hablar de su aborto”.
Espere…me
dijo entre sollozos.
Entonces
quitándose las manos de la cara y sin mirarme, empezó a relatarme su historia:
·
“A los quince años salí embarazada. Mi mamá me dijo que si abortaba, me
enviaría a Nueva York con mi prima para que pudiera terminar mis estudios. Yo hacía todo lo que mi madre me pedía y como
a mí me hacía ilusión estudiar, yo accedí”.
·
“Cuando ya estábamos en la sala de operaciones, sentí que no debía
hacer eso y quise levantarme, grite a la enfermera:
o ¡Quiero irme! ¡No quiero
hacer esto! ¡Quiero salir de aquí!
Entonces el médico entro y tajantemente
me dijo que ya era muy tarde para eso”.
Martina
lloraba con mucha intensidad, se lamentaba, agonizaba:
·
“Una mujer que aborta, agoniza toda su vida”.
¡Qué
triste verdad!
Es
una agonía permanente en forma de culpabilidad por violar su propio sentido de
moralidad:
·
Muchas mujeres comienzan con comportamientos autodestructivos, tales
como:
o “Trastornos alimenticios, abuso de alcohol o
drogas, relaciones de abuso y promiscuidad, ansiedad en forma de palpitaciones
fuertes, dificultad para dormir, ataques de pánico, depresión con la que se vive como en cámara
lenta”.
“La vida
transcurre en medio de una profunda tristeza”
Baja autoestima,
confusiones mentales, muerte.
·
“Se agoniza mientras no se hable de ello”
Porqué esas palabras
contenidas, ese dolor, esa culpa, se transforma en esos trastornos y
comportamientos que ya he mencionado.
Hay
mujeres que tienen la capacidad de hablar después de que ha pasado muy poco
tiempo y hay otras, como en el caso de Martina, a las que les lleva años y años.
Martina
me relataba su historia, pasaron treinta minutos, y nunca levanto la mirada.
Solo
lo hizo, tímidamente, en el momento en
que le conté la historia de otra mujer como ella, y a la que Dios sano casi
treinta años después de haber abortado.
Me
escuchaba con atención, hasta que finalmente me miró. Y dejó entreveer una
ligera, pero esperanzadora, mueca de sosiego:
·
Lo hizo cuando le hable de la comunión de los santos, de que ella tenía
un hijo en el cielo al que le podía poner un nombre.
Ella podía
empezar una relación con él y podría tener la seguridad de que un día podría
verlo en el cielo.
·
La invite a confiar en el proceso misericordioso al que ella misma
había abierto la puerta con esa confesión.
Cuando
una mujer finalmente reconoce su necesidad y tiene la valentía de hablar sobre
lo que ha hecho, ha empezado a caminar por el dichoso camino de recobrar la salud.
Oremos
por todas aquellas mujeres que tendrán que llenarse de valor para tener un bebe
no deseado:
·
“Amante Padre en los cielos, tú me creaste, y tú estás formando al bebé
en mi vientre.
Ayúdame a amar a
este bebé que has hecho.
Otórgame la
gracia de enfrentar mis problemas con valor.
Madre Santa
María, ayúdame a traer esta nueva bendición al mundo con la gratitud y el amor
con los que trajiste a Jesús.
Te lo pido en su nombre.
Amén”.
Fuente: Sheila Morataya
Publicada en DIARIO DE ÁVILA Digital 24 de junio de 2016
Publicada en “Cartas al
Director, Tu voz en la red” Digital
30 de junio de 2016