127 Un patio en Andalucía
En
ese patio de singular belleza se respira la natural esencia y se distingue con
premura:
Ese pájaro que hábil revolotea.
Esas ramas que se mueven mecidas suavemente por el
viento.
Esa bella flor y esa otra y aquella otra y a todas
y a cada una: brotándole a borbotones la hermosura.
Se
distingue:
Ese cielo azul de Andalucía.
Ese azulejo de la Virgen Reina, que ya desde lejos
nos reclama la oración; y a su lado ese otro devoto cuadro del Nazareno, ya
recomido por el sol, y en la que el Cristo cayendo: mira, calla y sufre.
Esa magia de unas macetas, puestas quizás al azar
pero con arte distinguido; y llenas, muy llenas de vida.
Esa asimetría armónica de unas plantas que dibujan
un panorama singular.
Ese entrelazarse de los colores, en este lugar con
encanto.
Ese sinfín de belleza.
Ese relucir del blanco en una gran y agrietada
pared que entra con su blancura por los ojos
Esa visión encantada hacía algo cautivador.
Ese Dios creador que se descubre en todo.
También
se distinguen:
Esas sillas del andaluz de antaño tan llenas de
vivos recuerdos.
Esa regadera, de lata vieja y corroída, que regala
en cada chorro un manantial de agua viva.
Esa pila de lavar, en la que el agua cae y cae,
gota a gota, con paciente exactitud.
Todo es una maravilla en un patio andaluz; los
sentidos se despiertan para contemplar la multiplicidad de las escenas.
Y
allí:
EL gato salta con ágil destreza.
EL perro ladra sin parar, desentonando con sus
ladridos desgarrados la limpia armonía
EL niño, ese niño de la tierra tan moreno y de
ojos grandes, juega en ese lugar encantado.
Y la abuela, la abuela riega sin parar;
demostrando: su agilidad, su gracia y su talento.
Y las marujas, las de siempre, las marujas
andaluzas, allí, cuchichean contando con agrado la vecinal historieta.
Y la vida allí en aquel patio está viva, muy, muy
viva.
¡Y
cómo no!
EL fogón arde y arde en la vieja cocina.
Y el caballero, como buen andaluz, trajina entre
sus avatares y la tertulia de la taberna.
Y todo marcha.
¡Pero
allí!:
No hay riqueza, no hay poderío, no hay nada salido
de tono; todo marcha sin sobresaltos, con sencillez.
Y el patio, ese patio andaluz dando belleza. Dando
mucha, mucha belleza.
Esto
es ¡porque!:
Andalucía es así, se vive entre la belleza
encumbrada y la pobreza vivida con dignidad. Pobreza y belleza: comparten
trono, conviven, se entienden, saben aupar las raíces ancestrales de un pueblo
soberano.
En
Andalucía
Se sabe entremezclar la pobreza y la soberanía.
Allí,
con arte consumado:
Se
entremezcla lo humano y lo divino.
Se entremezcla el talento de los sabios y el
talento de la naturaleza.
El talento de una naturaleza viva que también sabe
y entiende de arte.
Chipiona,
Cádiz 10 de agosto de 2014
Publicada en “Cartas al Director,
Tu voz en la red” Digital 16 de agosto de 2014