389 El derrumbe de la sensatez.

389    El derrumbe de la sensatez.

Actualmente los cristianos vivimos una tesitura difícil. El mundo paulatinamente va dando la espalda a Dios. El mundo quiere ir eliminando del panorama de la vida, del cada día: símbolos cristianos, tradiciones cristianas, costumbres cristianas, enseñanzas cristianas, personas y personajes cristianos, vivencias cristianas. Quiere decir, que se quiere eliminar a Jesucristo de la historia actual.
Y los cristianos que tenemos que hacer:
¿Escondernos? ¿Dejarlos hacer? ¿Separar nuestras vidas de las suyas? o por el contrario ser sal y seguir intentando construir los pilares de una civilización cristiana en la que Jesucristo siga presente.
La tesitura actual en la que se encuentra el mundo nos ha de preocupar y hemos de estar alerta para no acabar en las catacumbas, escondidos y sin vida propia o aniquilados.
En España, en toda Europa, en gran parte de América, en Asia y en áfrica, de una forma u otra, muy violenta a veces, se persigue a los cristianos: sus ideales, su estilo de vida, sus creencias, su propia vida.
Defender la vida desde su nacimiento, para muchos, ya no tiene sentido. La familia se desmorona y va perdiendo significado y entidad. El matrimonio ya es una amalgama de realidades confusas e inconexas. La sexualidad está perdiendo su sentido relativo al amor y a la vida, y se está convirtiendo solamente en un elemento: de lujuria, de tráfico ilegal y de placer que acaba esclavizando.
Cada vez abundan más las sectas antisociales y anticristianas, las sectas diabólicas. Los poderes autoritarios y muchas veces sanguinarios, las guerras, la corrupción, las disputas, el engaño, la mentira son una realidad generalizada cruda y terrible.
Y ante esto Jesucristo nos dice a los cristianos:
“Vosotros sois la sal de la tierra. Más si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres”.
Este pasaje del evangelio siempre me ha dado mucho que pensar y más aún en estos tiempos, que como mencionó son, de desconcierto generalizado. Jesucristo a los cristianos, sus discípulos nos compara con lo más preciado, nos valora, nos estima; pero a su vez nos exige y nos compromete a una misión que no podemos eludir.
El anuncio es claro: “Sois la sal de la tierra”. Pero tras la claridad del anuncio la consecuente responsabilidad, y por eso a continuación nos dice: “Si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada”. Jesucristo nos dice claramente cuál es nuestra misión, nos habla de responsabilidad y para terminar se interroga con cierta dureza del posible incumplimiento por nuestra parte de dicho cometido.
¿Y qué hacer entonces en la coyuntura actual?:
Responder con valentía, defender nuestros derechos, no encogernos de hombros, comprometernos, educar a los ciudadanos, hablar abiertamente de virtudes y de valores, actuar con decisión en los foros políticos y sociales, y hacer que las leyes sean justas participando para ello en su elaboración.
Y termina Jesucristo diciéndonos en ese pasaje del evangelio:
“Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.


Publicado en Diario de Córdoba. Digital   10 enero 2016 

Publicada en DIARIO DE AVILA Digital   11 enero 2016 

Publicado en La Nueva EspañaPrensa Asturiana. Digital.   12  de enero de 2016

Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital  18 enero de 2016