154 Linares
espiritual.
En todas las ciudades hay unos
lugares en donde nos encontramos con Iglesias; con torres y con esculturas o
con azulejos: de la Virgen, de Jesús o
de algún santo. Algunos de ellos están algo escondidos; pero se ven, siempre,
cuando tenemos despierta el alma. Yo conocí a un sacerdote santo, que no se le
escapaba ninguno, porque tenía encendido el corazón en la fragua del amor.
En
Linares existen muchos de estos lugares; son como campanadas, que nos avisan
del sentido trascendente de nuestra existencia; como recordatorios de que existen unos seres
excepcionales, que pertenecieron a nuestra historia humana y que ahora pertenecen
al rico tesoro de nuestra profunda
espiritualidad.
Plaza de San Francisco Linares |
Desde la calle Riscos, podemos divisar una torre; es la
torre de la iglesia de Santa Bárbara. El blanco "luminoso" de la
misma nos habla de la blanca hermosura del rostro de Dios. A Dios lo descubrimos, siempre, en la
pureza Inmaculada de todo aquello que permanece sin mancha. Quizás: la cara de
un niño, su sonrisa, su inocencia...; nos habla, mejor que nada, de la pura
virtud de un Dios que lo es todo. ¿Por qué?: ¡El, es el que Es! A Cuando
circules por Riscos, déjate envolver por la presencia de tu Dios y notaras el
sobresalto de una emoción callada.
Paseando, a lo largo de toda
la calle Julio Burell, puedes descubrir la fachada principal de la iglesia de
San Agustín. Allí, San Agustín, desde la sede del "robado" patronazgo
que ostenta y que ha usurpado, por derecho, a San Sebastián; Él, el obispo de
Hipona, guía los pasos de un pueblo, de una ciudad en marcha, de una ciudad
industrial llena de: historia, arte y encanto.
En una ocasión, escuché a Mingote decir que caminar era bueno para el
cuerpo y para el alma; por qué uno, mientras caminaba, podría hacer examen de
conciencia, meditar, etcétera, él pasea, a diario por el parque del retiro de
su querido Madrid. Nosotros, en muchas ocasiones, cuando paseamos, por el paseo
de Linarejos o por los eriazos de la Virgen, nos encontramos, sin querer
quizás, descubriendo ese otro mundo que no pertenece al cuerpo, pero que da a
nuestra vida una proyección adimensional: Divina. Mientras caminamos hacia la
ermita de Linarejos, descubrimos el
espectáculo de una fiesta silenciosa: llena de emociones; llena de palabras:
ricas en contenido, ricas en amor... Y como Mingote hacemos examen de
conciencia y procuramos limpiar la suciedad de nuestra alma; para que el
encuentro, obligado, con la Madre: Virgen de Linarejos , sea un acontecimiento
singular. Muchos linarenses, cuando caminan a la ermita, pasean el cuerpo y
también pasean el alma.
Podría seguir, pero quisiera
-mejor- que cada uno descubriera lo que falta y me lo transmitiera. ¡Yo,
respecto a estas callejeras vivencias, tengo tanto que aprender! ¡Y tú, puedes
enseñarme! ¡Hazlo!
Publicado en Diario JAÉN 5 -
3 – 2000
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