El Beato José María Escrivá de Balaguer, hoy es San Josemaría 


139  Un fundador, una Obra.

Hace años, tuve la  dicha de conocer a un personaje de la historia actual. Él me llenó el corazón de esperanzas y el alma de ilusiones. Este personaje, históricamente controvertido y espiritualmente Santo, se llama José María y se apellida Escrivá de Balaguer.
Igual que Jesucristo, José María fue signo de contradicción y bandera discutida... Sin embargo la iglesia ha dado a su vida el sello de una especialísima distinción. Ser considerado beato, no es un reconocimiento superficial, tampoco es un galardón terreno; es una contraseña evidente de quién y cómo era José María.
Su personalidad firme, su vida vibrante, su espiritualidad rica y ortodoxamente revolucionaria, su alegría contagiosa, su capacidad -increíble- de sacrificio, su visión del mundo, su conocimiento profundo del ser humano, sus desvelos por la iglesia, su firmeza en la fe, su amor a la Eucaristía, su pasión por Jesucristo, su defensa del sacramento de la penitencia, su atracción por el mundo, su aplastante y significativo sentido de la libertad, su carisma de líder; hacen de él un personaje indiscutible de este siglo XX.
José María Escrivá de Balaguer en Pozoalbero Jerez.
Cuando lo conocí el año 72 en Jerez,  descubrí en él, a un ser: cercano, familiar, entrañable...  Una  persona dotada de múltiples dones humanos y espirituales.
Pero fue quizás su entusiasmo lo que más me cautivó. Era un entusiasta de las cosas de Dios y un enamorado del ser humano. La Obra, por él fundada, es un ejemplo de la valía y del talento de este hombre, que tuvo la dicha de conocer a Dios, tan de cerca: que se "tuteaba" con Él. Con Dios, José María mantenía un diálogo continuo, de día y de noche. Para él, hasta el sueño era un diálogo vivo y amoroso con su padre Dios.
Estoy orgulloso de haber conocido a este insigne y Santo personaje: El siglo XX está impregnado de su gloria y de su obra.
¡Si quieres! Puedes: conocer su historia, leer sus escritos, descubrir su obra, experimentar su grandeza, sentir su presencia, acudir a su intercesión...
Seguro que, como él, te apasionaras y te harás  un seguidor ferviente y entusiasta de Jesucristo, y eso: ¡Vale la pena! ¡Vale la pena!...


Publicado en Diario JAÉN     8 - 1 - 2000