197 Las lágrimas
de un Papa.
Entre lágrimas, el Papa Francisco estrechó con un
fuerte abrazo a Ernest Simoni, sacerdote de 84 años, uno de los últimos
sobrevivientes de la terrible persecución comunista en Albania.
El anciano sacerdote fue encarcelado en
condiciones inhumanas y se libró de una condena a muerte por su fidelidad a
la Iglesia y
al Sucesor de Pedro.
Durante su visita a Tirana, el Papa Francisco
sostuvo un encuentro en la Catedral de San Pablo, donde escuchó con atención el
testimonio del Padre Simoni.
Simoni relató que en diciembre de 1944 en Albania
se hizo con el poder un régimen comunista y ateo que trató de eliminar, a toda
costa y con violencia exacerbada, el catolicismo y el clero; y para ello dio
indicaciones de que los sacerdotes y los laicos fueran arrestados, torturados y
asesinados; y asi se hizo durante siete seguidos años. Siete largos años en los
que se derramo la sangre inocente de muchos fieles, los cuales: unos sufrieron
con terror y otros culminaron su camino dando valientemente su vida por Cristo.
A los sacerdotes y laicos que sobrevivieron, en el
año 1952, las autoridades comunistas los reunieron y les ofrecieron la libertad,
pero a cambio tenían que distanciarse del Papa, y ese ofrecimiento nunca lo aceptaron.
A continuación relató: “Siendo joven estudie con
los franciscanos durante 10 años, en esos años mis superiores fueron fusilados
por los comunistas y en este ambiente tremendamente hostil continúe mis estudios
de sacerdote clandestinamente” “Pasaron dos años terribles y el 7 de abril de
1956 fui ordenado sacerdote”.
El 24 de diciembre de 1963 al concluir la Misa de
Vísperas de Navidad,
cuatro oficiales se presentaron y le leyeron el decreto de arresto y
fusilamiento, y posteriormente fue detenido. En el interrogatorio le anunciaron
que sería ahorcado como enemigo porque decía al pueblo: “Si es necesario
moriremos todos por Cristo”.
Previamente lo torturaron y las torturas lo
dejaron en grave estado, pero: “El Señor quiso que continuara viviendo”. Entre
los cargos que le imputaron figuraba celebrar la Santa Misa por el alma del
Presidente John F. Kennedy asesinado un mes antes de su arresto, y que celebró
por una indicación expresa del Papa Pablo VI a todos los sacerdotes del mundo.
Y el mismo relata: “La Divina Providencia quiso
que mi condena a muerte no fuese llevado a cabo enseguida. En la sala trajeron
a otro prisionero, un querido amigo mío, con el propósito de espiarme, y para
hacerlo el empezó a hablar mal del Partido Comunista. Yo a eso respondía que
Cristo nos había enseñado a amar a los enemigos y a perdonarlos y que nosotros
debíamos empeñarnos en el bien del pueblo. Esas palabras mías llegaron a los
oídos del dictador que al cabo de algunos días me liberó de la condena a
muerte”, explicó el P. Simone.
Y continúa: “Los comunistas cambiaron mi condena a
muerte por 28 años de trabajos forzados. He trabajado en los canales de aguas
negras y durante el periodo de prisión he celebrado la Misa, he Confesado y
distribuido la Comunión a escondidas”.
Cuando cayó el régimen Comunista, y empezó la
libertad religiosa y la libertad del país, el sacerdote fue liberado. Él nos
dice: “El Señor me ha ayudado a servir a tantos pueblos y a reconciliar a
muchas personas, alejando el odio y al diablo de los corazones de los hombres”.
Y para terminar dice al Papa francisco: “Santidad,
seguro de poder expresar la intención de los presentes, ruego por la
intercesión de la Santísima Madre de Cristo, que el Señor le de vida, salud y fuerza en la guía del gran rebaño
que es la Iglesia de Cristo, Amén” y concluyó estrechando en un largo, tierno y
sobrecogedor abrazo al Santo Padre que acabo llorando por la emoción y por la
tremenda fuerza ejemplar y testimonial del mensaje, los presentes también
sintieron el sobresalto de lo sucedido.
Este hecho tuvo lugar en Tirana. Albania el 21 de
septiembre de 2014.
He querido contar estos hechos porque denotan la
grandeza de la Santa Iglesia diseminada por todo el mundo y que sufre cada dia
los cruentos avatares de la incomprensión y del odio; y lo sufre no en
abstracto sino en el cuerpo y en el espíritu de sus más queridos hijos; hijos
que están dispuestos a morir por dar testimonio de una fe en la que creen con
firmeza y convicción.
Gracias Ernest Simoni tu testimonio es un valioso
ejemplo para todos los cristianos.
En la Iglesia necesitamos siempre personas como
tú. Personas: valientes, comprometidas, fieles, apostólicas y virtuosas.
Publicada en “Cartas al Director,
Tu voz en la red” Digital 10 enero de 2015
Publicado en Forumlibertas.com 12 enero de 2015