468 La experiencia del dolor

468   La experiencia del dolor

Nadie puede considerarse “experto” en el dolor, pues el dolor siempre esconde nuevas dimensiones de originalidad: en la forma, en sus causas, en su fin y en las diversas reacciones que desencadena.
El Santo Padre Juan Pablo II, escribe:
·        “El sufrimiento humano suscita compasión; suscita también respeto, y a su manera, atemoriza. En efecto, en él está contenida la grandeza de un misterio específico [...] el hombre, en su sufrimiento, es un misterio intangible”.
El interrogante existencial es la principal peculiaridad que plantea el dolor humano. Y el Santo Padre Juan Pablo II, de nuevo escribe:
·        “Dentro de cada sufrimiento experimentado por el hombre, y también en lo profundo del mundo del sufrimiento, aparece inevitablemente la pregunta:
o   ¿Por qué? Es una pregunta acerca de la causa, de la razón.
o   ¿Para qué? Es una pregunta acerca de la finalidad; en definitiva, acerca del sentido”.
Efectivamente, cuando se emprende la búsqueda del sentido del dolor, el ser humano tiene que profundizar en el pleno sentido de su misma existencia y tiene que aclararse sobre el alcance y el significado de su propia libertad:
·        ¿Puedo rechazar el dolor?
·        ¿Puedo, acaso, fijar una distancia al dolor, eliminarlo?
Esta experiencia humana nos mueve a buscar la ayuda de otras personas y a ofrecer, a la vez, nuestra asistencia. La experiencia del dolor nos enseña a prestar más atención a otras personas.
El dolor marca la diferencia entre:
·        Una persona madura y equilibrada, que es capaz de enfrentarse a obstáculos y situaciones difíciles.
·        Y una persona que se deja llevar y absorber por sus propias emociones y sensaciones.
San Josemaría Escrivá hace una afirmación incisiva y profunda que está relacionada con las diferentes reacciones ante el dolor:
·        “No olvides que el Dolor es la piedra de toque del Amor”.
Existe una relación entre la manera en que cada persona vive el dolor y su forma de amar, porque solamente se acepta el dolor cuando se capta que su sentido es el amor.
Sólo así se puede llegar a exclamar:
·        “Bendito sea el dolor. Amado el dolor. Santificado sea el dolor [...] ¡Glorificado sea el dolor!”.
En los escritos de san Josemaría, el misterio del dolor se convierte en ocasión para un encuentro cara a cara con Dios, que se hizo Hombre para enseñarnos a vivir como hombres.
Al elegir la Encarnación, Jesucristo quiso experimentar todo el sufrimiento humanamente posible para enseñarnos que el amor puede superar cualquier clase de dolor.
En uno de los pasajes de Camino, san Josemaría expresa:
·        Todo un programa para cursar con aprovechamiento la asignatura del dolor, nos da el Apóstol:
o   Spe gaudentes - Por la esperanza, contentos.
o   In tribulatione patientes - Sufridos, en la tribulación.
o   Orationis instantes - En la oración, continuos.
El dolor es un punto de encuentro entre la alegría de la esperanza y la necesidad de la oración.
Los cristianos aceptan el dolor con la esperanza de un gozo futuro. Son plenamente conscientes de sus límites:
·        “Si sabes que esos dolores, físicos o morales, son purificación y merecimiento, bendícelos”.
El sufrimiento es un cruce de caminos, un lugar de paso; no es nunca la estación final. Así, la oración se convierte en un momento importante donde el sufrimiento encuentra su sentido y, con la gracia de Dios, se convierte en alegría. Salvifici doloris, 18.
La relación entre el dolor y el amor es muy fuerte. Aquellos que aman y que se “forjan en el fuego del dolor”, encuentran el gozo. Forja, 816.
San Josemaría solía decir:
·        “Te quiero feliz en la tierra. No lo serás, si no pierdes ese miedo al dolor. Porque, mientras caminamos, en el dolor está precisamente la felicidad”.
Se trata de aprender a considerar el sufrimiento como parte de nuestra propia existencia y como parte del plan de Dios para cada uno de nosotros.
Actualmente, la incapacidad para afrontar el dolor y el sufrimiento, físico o espiritual, proviene precisamente de la falta de “cultura del sufrimiento”. Inicialmente, son los padres quienes temen enfrentar a sus hijos con el sacrificio.
Como consecuencia, se ven tentados a darles todo y de forma inmediata. Piensan que siempre habrá tiempo para sufrir más adelante o guardan la ilusión de que estos momentos no llegarán nunca para ellos.
De lo anteriormente expuesto obtenemos las siguientes conclusiones sobre el dolor:
                       I.        El dolor es parte importante del plan de Dios.
                    II.        Los dolores son fuentes de purificación.
                 III.        Está íntimamente relacionado con el sentido de nuestra misma existencia.
                  IV.        Nos hace plenamente conscientes de nuestros límites.
                     V.        Nos aclara sobre el alcance y el significado de nuestra propia libertad.
                  VI.        El sufrimiento es un lugar de paso; no es nunca la estación final.
               VII.        La experiencia del dolor nos humaniza.
            VIII.        Es necesario adentrarnos en la: “Cultura del sufrimiento”.
                  IX.        Jesucristo quiso experimentar todo el sufrimiento humano.
                     X.        El misterio del dolor es ocasión para un encuentro, cara a cara, con Dios
                  XI.        El sufrimiento, con la gracia de Dios, se convierte en alegría.
               XII.        El dolor tiene su proyección en la esperanza del gozo futuro.
            XIII.        El dolor, punto de encuentro entre: la alegría, la esperanza y la necesidad de la oración.
             XIV.        Para ser feliz hemos de perder el miedo al dolor.
                XV.        Caminando en el dolor encontramos la felicidad.
             XVI.        El amor se forja en el fuego del dolor.
Fuente: Paola Binetti


Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital  22 de mayo  2016

Publicada en DIARIO DE ÁVILA Digital   25  de mayo de 2016