229 Andalucía: Limpia de polvo y paja
Quizás en años
anteriores pensábamos que a la hora de hablar de Andalucía había que hablar de
la autonomía, había que hablar de los políticos, había que hablar de la Junta
de Andalucía. Hoy pienso que es mejor dejar a un lado todas esas realidades,
inciertas en tantas ocasiones y estériles en tantas otras y centrarnos en otras
muy distintas. Ni los políticos, ni la Junta, ni el carácter autonómico, ni las
medallas que se le entregan a algunas insignes personalidades o lo que sean,
hacen grande a Andalucía. Andalucía pertenece a la historia y algunos
quieren apoderarse de esa historia para indignamente vivir al lado
del dinero, del poder y de la fama. Los ciudadanos de la calle, los que
trabajan día a día, los que aportan a la sociedad su cultura, su talento y su
ciencia, esos junto a la gente sencilla, sencillos entre los sencillos y
humildes entre los humildes, esos sí engrandecen Andalucía. No engrandecen a
Andalucía los que reciben gratificantes euros de la junta mientras que ellos
están agradablemente sentado viendo cómo el mundo pasa y pasa y eso por
desgracia sucede y con mucha frecuencia.
Durante muchos años a
los alumnos del Instituto Reyes de España de Linares he hablado de Andalucía. Y
allí en múltiples ocasiones hemos cantado su himno, hemos levantado su bandera,
y unos y otros nos hemos sentido felices por el amor que sentíamos a nuestra
tierra querida. Hoy lo seguiría haciendo pero los matices serían distintos. No
lo haría desde la perspectiva del hoy y ahora en la que Andalucía vive en el
desconcierto bajo el vaivén de unos políticos: incrédulos para unos e
ineficaces para otros, que en muchas ocasiones, como he dicho manchan
la limpia cara de una tierra buena, de una tierra noble y sencilla, de una
tierra querida en todo el mundo por su belleza, por su arte, por el amable
carácter de su gente por su disposición hacia la Paz, por su amor a todos. No
podía ser de otra manera pues Andalucía tiene el respaldo de María santísima.
La virgen María ocupa un lugar preferente en la vida de los andaluces. Aquí en esta
tierra hay creyentes y no creyentes, pero un gran tanto por ciento ama y
venera a su Madre del cielo. La Semana Santa con su fuerza arrolladora también
rompe en Andalucía los moldes de la tradición. Andalucía es grande pero más aun
lo es por sus tradiciones, sus costumbres, su forma de vivir, su convivencia
pacífica, su deleite ante lo bullanguero y agradable, su carisma -heredado
de siglos- de ser gente amable y servicial. Yo diría que
Andalucía ama, ama y ama y todo lo hace por amor. Así lo ha aprendido desde
siempre y así lo queremos y así lo seguiremos queriendo; lejos de políticos,
autonomías y otras cosas y gentes más que considero pueden querer sólo vivir
del cuento, como han hecho siempre. De Andalucía y de España hay que ir
eliminando a sus auténticos enemigos a la gente que con su vida y con su mal
hacer lo destruyen todo.
Publicada en Diario
Jaén 28 – 2 - 2013
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