111 Una bella oración para el Corpus Panis Angelicus

111   Una bella oración para el Corpus
Panis Angelicus

La composición Panis Angelicus, tiene letra de santo Tomás de Aquino y música del compositor Franco-Belga César Franck, es una bellísima interpretación que aúna la teología surgida de la potente creación intelectual del Santo, y la creatividad armoniosa del gran compositor Franck.
Nadie que lo haya escuchado interpretado por Pavarotti, Placido Domingo, Bocelli o incluso la niña Jackie Evancho puede negar que nos eleva con sublimidad a un magnifico cosmos prodigo en sorprendentes emociones. Es realmente un canto para que fácilmente todos queden inmersos en un periodo muy largo y rebosante de placenteras ilusiones.
Es como si nuestro propio ángel custodio nos eleva hasta las estrellas para desde allí contemplar el firmamento y poder oír el trascendente y a la vez suave dialogo de lo explícitamente trascendente.
Ya resuene entre las altas bóvedas de una grandiosa Iglesia o en algún Auditorio moderno que magnifique espléndidamente todas las gratas sensaciones, el canto evoca el mayor y más sobrenatural misterio del cristianismo auténtico: la transustanciación. Tiene que estar muy turbia, encallecida y podrida el alma, para no dejarse sensibilizar por la armonía.
Sublime de su letra. Las bellas palabras en latín, transforman los semblantes en una indescriptible combinación de gravedad y ornato y hace que de los rostros hieráticos se obtengan expresiones pensativas, que buscan poder despegar vuelo hasta altos parajes en donde se convive con el extraño éxtasis de: sensaciones, armonía y perfección. Es apenas un breve tiempo de un grato incienso invisible: sin aroma, ni color, y que solamente fuera hecho para percibirse en estado de gracia.
Panis Anglelicus es uno de los cinco himnos eucarísticos que Santo Tomás compuso, como cinco blancas motas de algodones suaves para taponar las cinco heridas de Jesús. Reparación aunque insuficiente, al menos con buena intención de parte de una humanidad hipotecada a ese gran acto de amor que fue nuestra redención. Tal vez si Franck no lo hubiese armonizado en esa bella composición, probablemente no entenderíamos tan conmovedoramente que de hecho Cristo es pan de ángeles, pan del Cielo convertido en pan que come: el señor, el siervo y los humildes.
Fue compuesto hacia 1872, en una Francia resentida y derrotada por los prusianos. Es increíble que de entre los escombros aun humeantes de un hecho tan desolador y triste, surgiera una Obra así, hecha para ser interpretada por: tenor, órgano, violonchelo, contrabajo y arpa. Voz e instrumentos musicales de una civilización como no hubo una antes sobre toda la tierra, excepto muy probablemente la del Paraíso. Un Teólogo Santo y un simple Laico Organista de iglesia, compusieron himno y música con más de cinco siglos de distancia entre los dos, ello es reflejo de una milagrosa continuidad. Excelsa continuidad que aúna en perfecta sintonía lo eterno y lo finito
Reseña obtenida de Artículo publicado por Gaudium Press


Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 22 de junio de 2014

Publicado en Forumlibertas.com   23 de junio de 2014