279 El maltrato a los mendigos de las bandas callejeras.
María del Rosario Endrinal Petit tenía 50 años
cuando una noche de diciembre de 2005 tres jóvenes, uno de ellos menor de edad,
accedieron al cajero donde dormía en el barrio barcelonés de Sant Gervasi, la
agredieron, la rociaron con un líquido inflamable y le prendieron fuego. Murió
días más tarde.
Jesús Ruiz, director del centro de acogida Assís
para personas sin hogar, tiene las siguientes cifras:
“En España muere una persona sin hogar cada cinco
días, el 25% como consecuencia de una agresión”.
Assís forma parte de Hatento:
·
“Hatento es un observatorio de delitos de
odio contra personas sin hogar en Barcelona”.
El citado estudio observatorio comenzó a recoger
datos, primero gracias a los medios de comunicación, tras el crimen perpetrado
contra Endrinal Petit. Ella era una secretaria de altos directivos que tras una
mala época acabó mendigando en la calle. ¡Triste verdad!
Ruiz asegura que la media de edad de los sin
techos que acaban falleciendo en la vía pública es de 47 años.
Constantemente hay gente joven que acaban la
fiesta agrediendo a una persona sin hogar. Los insultan, se ríen de ellos.
Los mendigos a veces se rebotan y se enfadan y eso
todavía hace más gracia a la banda de callejeros. Entonces se acercaron al
bulto en el suelo y junto a ellos le lanzan botellas que van impactando y cortando el cuerpo del sin techo y
en esos momentos, entre risas y en ambiente lamentablemente cachondo graban la
agresión con un teléfono móvil: Lamenta Ruiz.
El director del centro de acogida asegura que hay
un componente educacional extraño en muchos adolescentes y callejeros que les
hace creer:
·
“Que son superiores al resto, y con el increíble
derecho de agredir, o quemar a un indigente, grabarlo y difundirlo”.
Un 47,1% de las personas sin hogar ha sufrido un
incidente o delito de odio por la intolerancia y los prejuicios hacia su
situación de exclusión social extrema y, de este porcentaje, un 81,3 por ciento
ha pasado por esta experiencia en más de una ocasión, asegura el informe.
El 87% de las personas responsables de los
incidentes o delitos de odio fueron hombres y un 57 por ciento tenían entre 18
y 35 años, de acuerdo con la información recibida.
En el 28,4% de las experiencias analizadas:
·
“Los responsables de la agresión o
humillación fueron chicos jóvenes que estaban de fiesta”.
·
“Un 10,1 por ciento de los entrevistados
relataron experiencias relacionadas con el trato recibido por los servicios
policiales”.
·
“Los grupos nazis estuvieron implicados en
un 7,3% de los incidentes”.
El neurólogo y psiquiatra Joan Romeu asegura:
·
“En la mayoría de casos estas bandas de
adolescentes con un comportamiento “antisocial” no tienen un trastorno sino una
relajación moral de la escala de valores”.
El psiquiatra Romeu recuerda el juicio en Israel
contra el nazi Adolf Eichman en 1961, y nos indica:
·
“Entonces, la filósofa alemana Hannah
Arendt acuñó la teoría de la banalidad del mal, que aseguraba que los
nazis no eran malos sino que les habían educado para pensar que el mal podía
ser algo que no tenía importancia”.
La polémica teoría fue fruto de grandes
discusiones pero Romeu cree que puede ser acertada.
Y continúa Romeu:
·
“Algunos adolescentes creen que los
mendigos están en la escala más baja, son gente que no sirve, que no son
productivos, que son unos desgraciados, inútiles… y por tanto es banal hacerles
daño o incluso puede ser bueno”.
Todo esto denota en estas bandas callejeras y
desgraciadamente en gran parte de la sociedad actual:
·
Insensibilidad social.
·
Falta de humanidad.
·
Insolidaridad.
·
Desprecio a los marginados.
·
Ausencia de valores.
·
Maldad.
·
Incomprensión hacia los demás.
·
El no respeto a la dignidad de la persona.
·
Inmoralidad
Construir una sociedad justa con este tipo de
personas es ciertamente difícil y eso nos está sucediendo en estos tiempos. En
muchos sectores hay disponibilidad para cambiar, para mejorar la sociedad, pero
no encontramos a las personas adecuadas; y así aparecen con frecuencia los
corruptos por ejemplo: en el parlamento, en los ayuntamientos, en las
autonomías, en la banca, en el mundo empresarial, en la educación, en la
sanidad y así aunque queremos hacer un mundo y en concreto una España más
solidaria, más justas y con más valores éticos y morales no podemos. Y no
podemos sencillamente porque nos faltan personas con cualidades; y por lo tanto
es necesario una renovación social, un volver a valorar comportamientos y
actitudes más acordes con la dignidad del ser humano y menos acordes: con el
egoísmo, con la usura, con el orgullo, con la deshonra y con el poder.
Estas bandas callejeras construyen sus vidas sobre
principios: de corrupción, de anarquía, de extremismos, de radicalismos, de
absoluta ausencia de valores, de inmoralidades, de libertinajes, de
deshonestidades. Estás personas, en muchos casos, viven al día y de una manera
cochambrosa y estéril. Sólo se dedican a molestar, a robar, a insultar, a
deteriorar lo que encuentran a su paso, a crear malestar, etc.
Ojalá seamos capaces de erradicar de nuestra
sociedad a esta inmundicia maloliente y a ir construyendo un mundo mejor, basado:
en la bondad, en la honestidad, en la decencia, en el respeto, en la
tolerancia, en la libertad, en la paz y en el amor.
Parte de los datos que documentan este artículo
tienen su origen en: “Alfonso L.
Congostrina de Barcelona”. A él mi agradecimiento
por estos datos tan ilustrativos de este tema tan crudamente inexplicable.
Publicada
en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 20 junio de 2015
Publicado en Forumlibertas.com 22
junio
de 2015