La petición de Celmo Lazzari, obispo ecuatoriano
de Sucumbíos, al quedar impresionado por el testimonio del Papa Francisco
durante su visita apostólica fue esta:
·
“Santo
Padre déjenos la receta de su alegría”.
Y dijo también Lazzari en el discurso durante la
visita de Francisco al santuario de: “El Quinche”:
·
“Gracias por su visita porque la vivimos
como una oportunidad de conversión, sobre todo, en el modo de evangelizar”.
·
“Usted nos pide que seamos evangelizadores
felices y nos da el ejemplo de alegría a pesar de la gran responsabilidad que
pesa sobre sus espaldas y del ritmo de actividad que lleva a cabo; lo vemos en
cada una de sus visitas”.
E indicó de nuevo:
·
“Déjenos la receta, Santo Padre de esta alegría,
junto con su bendición”.
Todo ello junto con el aplauso de los asistentes a
la ceremonia en la que Francisco emocionado recibió como obsequio dos figuras
de indígenas hechas en madera.
El Papa llegó a la reunión poco después de visitar
un asilo de ancianos en el valle de Tumbaco.
Llegó hasta la localidad de El Quinche en el
modesto automóvil gris en el que se ha desplazado durante su estancia en
Ecuador.
Ya en el lugar, hizo un recorrido en el papamóvil
para saludar a los miles de fieles que lo vitoreaban y lanzaban pétalos de
flores desde las aceras y los edificios cercanos.
Francisco entró a la iglesia de El Quinche con
ramos de flores que colocó a los pies de la imagen de la Virgen del lugar, en
cuya mano colgó un rosario, después de una breve oración en silencio.
Este es nuestro Papa
Francisco, entusiasta, fervoroso, amante de las tradiciones. Francisco es uno
más, que vive intensamente unido a su pueblo. Vive enamorado de su gente y
enamorado de su Dios.
A mi entender es un santo sabio que ha descubierto
la sencillez de vivir la santidad desde
la cotidianidad. Escoge el coche más sencillo, dedica su tiempo a los enfermos,
visita a los presos, se siente a gusto con la cercanía de la gente.
Se siente gente entre la gente, obrero entre los
obreros, enfermo entre los enfermos.
Sabe que Dios, también y especialmente, vive entre
los suyos y vive atento y preocupado de su, triste o alegre, cada día.
Francisco como Dios vive la realidad, vive con cada uno el hoy y ahora. Vive el
cansancio, la pena, el dolor, el decaimiento y como no la alegría
Y para terminar, la entusiasta petición del obispo
ecuatoriano Celmo Lazzari: “Santo Padre
déjenos la receta de su alegría”. Por
favor déjenos: su corazón vibrante, su alma enamorada y la receta de su alegría.
Déjenos también su vida entregada, déjenos sus
sueños, déjenos su carisma, déjenos su oración, déjenos su fidelidad, déjenos
su fe.
Y por favor Santo Padre déjenos la dulce caricia
de su tierna sonrisa.
Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la
red” Digital 20 julio de 2015
Publicado en Forumlibertas.com 21
julio de 2015