512 El pedestal del optimismo.
Como valor, el
optimismo es el valor que nos ayuda a enfrentar las dificultades con buen ánimo
y perseverancia, descubriendo lo positivo que tienen las personas y las
circunstancias, confiando en nuestras capacidades y posibilidades junto con la
ayuda que podemos recibir.
La principal
diferencia que existe entre una actitud optimista y su contrapartida: el
pesimismo, radica en el enfoque con que
se aprecian las cosas. Mientras empeñarnos en descubrir inconvenientes y
dificultades nos provoca apatía y desánimo; el optimismo supone hacer ese mismo
esfuerzo pero para encontrar soluciones, posibilidades y ventajas.
La diferencia
es mínima, pero tan significativa que nos invita a cambiar de una vez por todas
nuestra actitud.
Aunque alcanzar
el éxito no siempre es la consecuencia lógica del optimismo, puesto que por
mucho ánimo, ilusión, esfuerzo, empeño y sacrificio que pongamos, algunas veces
las cosas no resultan como deseábamos; sin embargo siempre es necesaria una fuerza
impulsora:
·
El optimismo es
una actitud permanente de “recomenzar”, de volver al análisis y al estudio de
las situaciones para comprender mejor la naturaleza de los fallos, errores y
contratiempos; sólo así estaremos en condiciones de superarnos y de lograr
nuestras metas.
El optimismo no
haría falta si las cosas no fallaran o nunca nos equivocáramos.
Ante la
frustración que se produce por un fracaso o por un fallo y que nos puede traer además
un pesimismo posterior se necesita el optimismo:
·
El optimismo colabora
para buscar la ayuda y con ella mejorar o alcanzar los objetivos que se ha
propuesto.
·
Es una actitud
sencilla y sensata que en nada quita merito al esfuerzo personal o a la
iniciativa.
Cualquiera que
ha sido campeón en alguna disciplina, sabe que llegó a colocarse en la cima por
su: esfuerzo, perseverancia y sacrificio, y a ello siempre se hace alusión; pero
sabe también que pocas veces se hace alusión a su optimismo, a su entrega
apasionada, a su confianza en sí mismo y en sus firmes aliados:
·
El optimismo
refuerza y alienta la perseverancia.
El optimista no
es, o no ha de ser, un ingenuo; ni se dejará llevar por idealismos fantásticos;
procurará pensar y considerar detenidamente todas las posibilidades antes de
tomar decisiones. En otras circunstancias nos engañamos e inventamos una falsa
realidad para hacernos la vida más fácil y cómoda:
·
Basta mencionar
al estudiante que se prepara poco y mal antes de sus evaluaciones, esperando
obtener la calificación mínima y necesaria para “salir del paso”, sin darse
cuenta que su falso optimismo lo llevará –tarde o temprano- al fracaso.
En lo relativo
a los demás, se podría pensar que el optimismo nada tiene que ver con el resto
de las personas, sin embargo, este valor nos hace tener una mejor disposición
hacia los demás. El optimista reconoce el momento adecuado para dar aliento,
para motivar, para servir.
En la amistad y
en la búsqueda de pareja también es necesario ser optimista. Algunas personas
se encierran en sí mismos después de los fracasos y las desilusiones, como si
ya no existiera alguien más en quien confiar.
El optimismo
supone reconocer que cada persona tiene algo bueno, con sus cualidades y
aptitudes; pero también tiene sus defectos, los cuales debemos aceptar, y
buscar la manera de ayudarles a superarlos.
Tomar
decisiones a la ligera, haciendo con ello alarde de seguridad en ti mismo es
imprudencia, no optimismo.
No es más
optimista el que menos ha fracasado, sino quien ha sabido encontrar en la
adversidad un estímulo para superarse.
Todo requiere
esfuerzo, y el optimismo es la alegre manifestación del mismo; de esta forma,
las dificultades y contrariedades dejan de ser una carga, convirtiéndose en ejes impulsores de personas productivas y
emprendedoras
Y para terminar algunos datos: El optimismo es una
postura psicológica y filosófica que también tiene reflejo artístico. En
medicina se ha demostrado que es buena para preservar la salud física
y psicológica.
La palabra optimismo proviene del latín
"optimum": "lo mejor".
Voltaire fue el primer personaje famoso que usó
aquella palabra en el siglo XVIII, en 1759.
Desde el punto de vista de la inteligencia
emocional, el optimismo es una actitud que impide caer en la apatía,
la desesperación o la depresión frente a las adversidades.
Las personas optimistas aparecen
fuertemente motivadas y apenas padecen estrés, están más relajadas
que los pesimistas y se encuentran más conectadas con todo; por ello es más
fácil que les surjan ideas: son más receptivas y fértiles, y suelen ser más
creativas. Esta creatividad individual se
contagia empatizando la emoción del entusiasmo,
de manera que las personas optimistas suelen ser grandes impulsoras de
proyectos y equipos.
Entre
otras fuentes: “encuentra. com”
Publicada en “Cartas al
Director, Tu voz en la red” Digital
22 de julio de 2016.