208 Ahondando en el misterio.

208   Ahondando en el misterio.

Hoy estoy triste, tengo la tristeza que origina la penuria en mi vida de un amor aparentemente decadente.
Mi amor humano y mi amor divino están alicaídos y no encuentro motivos para “holgazanear” disfrutando de mi felicidad personal.
Hoy me veo: egoísta, soberbio, desarraigado, comodón, perezoso, timorato, sensual, descuidado en la templanza, ocioso, roto.
Hoy me veo muy torpe para afrontar mi espiritualidad, torpe para ser guía eficaz que indique a los demás los caminos del bien. Hoy me veo frustrado por las contrariedades; con un peso fuerte a mis espaldas que me impide: caminar, pasear, descubrir -si fuera el caso- nuevos horizontes para ser feliz y para ayudar a los demás.
Pero hoy a pesar de todo lo sucedido, a pesar de los desaciertos no he perdido el norte, pues el norte de mi vida es ese Dios: mío y nuestro, inmensamente grande y cercano.
Es, ese Dios al que amo tanto.
Lo amo tanto que: lo encuentro en la interioridad existencial de todas mis vivencias; lo encuentro en el dolor que me proporciona la sinrazón de mis propios pecados; lo encuentro en la felicidad deslumbrante de los acontecimientos pasajeros; lo encuentro en la viveza de una naturaleza especialmente bella; lo encuentro en los abismos horrendos de tantas enfermedades y de tantas calamidades; lo encuentro en el acierto de los sabios que descubren nuevas maravillas y en el desacierto: de los torpes, de los ignorantes, de los insensatos.
A Dios lo veo: en esa flor bellamente ataviada; en ese maravilloso paisaje en el que feliz se puede recrear el alma; en esa persona: tierna, cariñosa, amable y dulce.
A Dios lo veo: en el pobre del que todos huyen para ni tan siquiera saludarlo y para no darle nada; en el niño que no nace porque su madre, por ignorante o por ingenua o por egoísta o por cruel lo mata antes de nacer; en el trabajador incansable que con maestría y ejemplaridad trabaja, y trabaja, haciendo de todo una filigrana de amor.
¡A Dios lo veo…! Mira tú también ¡Tú, Si quieres puedes verlo!
Y para ello aprovecha ese acontecimiento y ese otro.
Allí, en todo esto, Él está, aunque quizás oculto bajo los entresijos del mundo, pero esta ¡Seguro que esta!
Yo ya lo he encontrado y procurare con el beneplácito de su Divina Gracia no perderlo nunca.

Publicado en Forumlibertas.com   13   febrero de 2015 

Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 15  febrero de 2015