178 Juan Pablo II y la Cuaresma.
Estos
días, próxima ya la semana Santa, son un tiempo apropiado para la reflexión,
para ahondar en el sentido de nuestra vida, para descubrir el panorama de la
realidad espiritual que llena nuestra
acciones de una luz nueva, más brillante y especialmente luminosa.
La
semana Santa es un tiempo, aquí en Andalucía, especialmente enriquecedor: Las
procesiones, el ambiente callejero, la
música, el olor a incienso, todo es una llamada a la solemnidad, al enriquecimiento personal y social. En este
marco quisiera exponer unas palabras de Juan Pablo II para la cuaresma de 2003, ellas nos pueden
ayudar a vivir este tiempo de gracia con especial intensidad sin olvidarnos de
que el hombre debe de estar al servicio del hombre.
«Este
año, como guía para la reflexión cuaresmal, quisiera proponer aquella frase de
los hechos de los apóstoles: "Hay mayor felicidad en dar que en recibir”...
Al hombre de hoy, a menudo insatisfecho
por una existencia vacía y fugaz, y en búsqueda de la alegría y el amor
auténtico, Cristo le propone su propio ejemplo invitándoles a seguirlo. Pide a
quien le escucha que desgaste su vida por los hermanos. De tal dedicación
surge la realización plena de si mismo y el gozo, como lo demuestra el ejemplo
elocuente de aquellos hombres y mujeres
que dejando sus seguridades, no han titubeado en poner en juego la propia vida
como misioneros en muchas partes del mundo. Lo atestigua la decisión de
aquellos jóvenes que, animados por la fe han abrasado la vocación sacerdotal o
religiosa para ponerse al servicio de la salvación de Dios. Lo verifica el
creciente número de voluntarios, que con inmediata disponibilidad se dedican a
los pobres, a los ancianos, a los enfermos y a cuantos viven en situación de
necesidad.
Recientemente
se ha asistido a una loable competición
de solidaridad con las víctimas de los aluviones en Europa, del terremoto en América latina y
en Italia, de las epidemias en África, de las erupciones volcánicas en
Filipinas, sin olvidar otras zonas del mundo ensangrentadas por el odio o la
guerra...
Deseo
de corazón que la Cuaresma sea para los creyentes un periodo propicio para
difundir y testimoniar el Evangelio de la caridad en todo lugar, ya que la
vocación a la caridad representa el corazón de toda auténtica evangelización.»
Carta
publicada en el Jaén el día 15 de abril de 2003
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