17.-- Constitución. Año 2000
En este veintidós aniversario de nuestra Constitución Española es bueno
hablar de la
paz, porque la paz es
el sustento incuestionable de la convivencia democrática. Con
la violencia todo se destruye.
El poder de
la violencia es aterradoramente aniquilador. Es terrible
comprobar cómo el poder de
la violencia condiciona la convivencia pacífica.
Pero este
tema quedaría incompleto sino habláramos de ésa otra paz cercana: la paz
en nuestra ciudad, la
paz en nuestras aulas, la paz y
la concordia en nuestras casas y la valiosa
paz interior: la de
cada uno.
Porque en muchas ocasiones, por ejemplo, falta en
nuestros centros de enseñanza esa paz tan necesaria
para que sean
auténticamente centros educativos en los que progrese
el respeto y la armonía. Los
jóvenes podemos conseguir que nuestros centros de enseñanza sean
lugares dignos tanto en lo
material como en lo humano,
sean lugares llenos de alegría
y de cordialidad
También falta
en muchas ocasiones la paz en nuestros
hogares y como
consecuencia se resquebraja la estabilidad familiar y sufrimos
las inquietantes consecuencias de la inestabilidad.
Los jóvenes
podemos aportar mucho a esa
paz familiar, colaborando con nuestros padres
y siendo cada
día más generosos
y comprensivos, y entre otras
cosas buenos estudiantes.
También es frecuente que se perturbe la
paz en las
calles, allí
es fácil encontrar
movidas, en
muchas ocasiones juveniles; estás
movidas propician tensiones en los barrios en
que las que
se ubican,
privando de la tranquilidad a muchos ciudadanos
que merecen un respeto, respeto que le es
debido por su condición simplemente
de seres humanos. Jóvenes: ¡movidas
si¡, ruptura
de la concordia
en las movidas: ¡no!.
Viva la paz
2º.-- Constitución y libertad
Todos los jóvenes que estamos
aquí hemos nacido respirando el aire puro
de una libertad
de la que
nos debemos de sentir orgullosos.
Pero también tenemos una gran
responsabilidad y esta es la
de conseguir que esta libertad
se mantenga, se robustezca, se consolide.
No podemos descuidarnos porque
podríamos perder ese tesoro tan
valioso que de nuestros mayores
hemos recibido.
No podemos acostumbrarnos, porque acostumbrándonos podríamos
correr el riesgo
de perder la
libertad.
La libertad es el enriquecedor encuentro de cada
uno consigo mismo, con
su persona,
con su auténtica
y verdadera vida.
En muchas ocasiones nosotros los jóvenes
hemos hecho mal uso de
la libertad y con ello corremos
el riesgo de
perderla. Las
actitudes extremistas, las actitudes dictatoriales, las actitudes tiránicas y el mal
uso que hacemos
de las drogas
y del alcohol
son ocasiones en las que
hemos puesto en juego la
libertad y hemos naufragado en el mar contaminado del libertinaje. Digamos siempre que no a esas actitudes. ¡ libertinaje
no!