506 Orar, una opción a lo divino.
Hay
muchas personas que muestran su dificultad para hacer oración, a ellas yo les
daría estas precisas y elocuentes indicaciones de San Josemaría, que vienen en
Camino, punto 91 y que pueden ser acertadas para poder entrar de lleno en esta
materia que por desconocida para muchos puede ser un tanto dificultosa:
·
Me has escrito: "orar es hablar con Dios. Pero, ¿de qué?"
—¿De qué? De Él, de ti: alegrías, tristezas, éxitos y fracasos, ambiciones
nobles, preocupaciones diarias..., ¡flaquezas!: y hacimientos de gracias y
peticiones: y Amor y desagravio.
En dos palabras: conocerle y conocerte: "¡tratarse!"
En dos palabras: conocerle y conocerte: "¡tratarse!"
Siguiendo
estas indicaciones es fácil encontrar el camino adecuado que por otro lado se
irá mejorando con la práctica. La práctica habitual, en la oración como en
todas las cosas, es necesaria y
conveniente y de ese hábito surgirá la mejoría en nuestra vida espiritual y en
nuestra misión de cristianos; e iremos ahondando en la fe y sacando
consecuencias prácticas para todo nuestro quehacer diario y siempre desde una
óptica divina. Una óptica colosal y esperanzadora, que nos abrirá de una manera
clara y nítida el camino del cielo.
En
él punto 479 de Surco, San Josemaría nos expresa esta situación:
·
“Reza por mí”, le pedí como hago siempre. Y me contestó asombrado:
“¿pero es que le pasa algo?”
Estamos
tan poco habituados a la práctica cristiana que parece para algunos que sólo
tenemos que hacer oración cuando algo grave sucede o en el caso de una enfermedad, y no es así;
nuestra oración ha de ser continúa, porque el trato con Dios, el contacto con
Dios, ha de formar parte habitual de nuestra vida.
Nuestro Señor nos hace ver, con su ejemplo, que ése es el comportamiento certero:
Nuestro Señor nos hace ver, con su ejemplo, que ése es el comportamiento certero:
·
“Oración constante, de la mañana a la noche y de la noche a la mañana.
Cuando todo sale con facilidad: ¡gracias, Dios mío! Cuando llega un momento
difícil: ¡Señor, no me abandones! Y ese Dios, manso y humilde de corazón, no
olvidará nuestros ruegos, ni permanecerá indiferente, porque Él ha afirmado:
pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá”.
Amigos de Dios, 247
Dios
ha de convertirse para nosotros en un ser cercano con el que convivimos y con
el que dialogamos. Él nos importa, y nosotros le importamos a Él. Y Él nos quiere
y ese cariño se desbordara en nosotros a través de nuestras acciones y a través
de la oración. Por lo tanto no dejemos nunca la oración, pues es el camino
acertado, la senda segura, la luz, la estrella, la guía infalible que dirigirá
nuestros pasos. Y ya para terminar
también de San Josemaría esta indicación:
·
“He repetido y repito incansablemente ese consejo. Está recogido de la
Escritura Santa, de ahí lo he aprendido: ¡Señor, que no sé dirigirme a Ti!
¡Señor, enséñanos a orar! Y viene toda esa asistencia amorosa —luz, fuego,
viento impetuoso— del Espíritu Santo, que alumbra la llama y la vuelve capaz de
provocar incendios de amor”.
Publicada en Diario de Burgos 13
julio 2016
Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital
14
de julio de 2016