A Nieves




1º 

PARA NIEVES EN EL DÍA DE PENTECOSTÉS   ‘99 

Junto al soplo del espíritu otro aire de un espíritu nos acompaña  hoy, un espíritu que ha dejado en nosotros el germen de una entrega generosa. Un espíritu que nacido en el mar y con nombre de altas cumbres nevadas se aposento en nuestras tierras y aquí engendro una paloma, la paloma de una paz y de un espíritu que no quisiéramos que nos abandonara nunca. 


PARA NIEVES EN EL DÍA DE LA PRIMERA COMUNIÓN DE SU HIJA PALOMA.

Nieve que en primavera se deshace.
Mar que recoges el deshielo.
Mediterráneo que te llevas el símbolo.
Símbolo genuino de una vida que en  la inmensidad de lo perdurable, en la infinitud de Dios fue un soplo, un breve pero encantador soplo.
Un soplo con aires de Pentecostés
Un soplo eficazmente efectivo.
Un soplo apostólico.
Un soplo comprometido.
Un soplo que vino del espíritu para, en breve, retornar al espíritu.
Pero el divino soplo, que se derritió fugazmente como un copo de nieve, dejó un susurro, un susurro de fortaleza, de alegría, de generosidad, de vida.
El soplo al irse nos dejó una paloma, una paloma blanca, hermosa. Una Paloma que ha de ser el compromiso con lo perdurable. El soplo se fue, aquí queda, en ella, su  Paloma su vida, su mensaje, su ejemplo.