404 Confesarse
directamente con Dios.
Para esta Cuaresma 2016 nos vienen muy bien estas
palabras del Papa Francisco, en su catequesis realizada en la Plaza de San
Pedro, en ellas ha explicado la importancia y la necesidad del Sacramento de la
Reconciliación, de la Confesión; y en su reflexión, respondió también a los que
erradamente piensan en la idea:
·
"Yo
me confieso solamente con Dios".
El sacramento de la Penitencia o de la Confesión, nos
dice el Papa, brota directamente del misterio pascual. En efecto, la tarde de
Pascua el Señor se apareció a los discípulos, encerrados en el cenáculo, y
luego de haberles dirigido el saludo “¡Paz a vosotros!”, les dijo:
·
"A
quienes perdonéis los pecados les serán perdonados y a los que se los retengáis
le serán retenidos" (Jn. 20,21-23)
Este pasaje nos revela la dinámica más profunda y
vivificadora de este Sacramento. Sobre todo, el hecho que el perdón de nuestros
pecados no es algo que podemos darnos nosotros mismos:
·
Yo
no puedo decir: "Yo me perdono los pecados".
El perdón se pide, se
pide a otro.
Por lo tanto, sigue diciendo: ¿Puedo confesarme directamente
con Dios?
Alguno puede decir:
·
“Yo
me confieso solamente con Dios”.
o Sí, tú puedes decir a Dios: “Perdóname”.
Y puedes decirle después
tus pecados.
Pero nuestros pecados son también:
·
Contra
nuestros hermanos.
·
Contra
la Iglesia.
Y por ello es necesario pedir perdón a la Iglesia y
a los hermanos, en la persona del sacerdote.
Pero, padre, ¡me da vergüenza!:
·
También
la vergüenza es buena.
Es
“salud” tener un poco de vergüenza.
·
Porque
cuando una persona no tiene vergüenza, en mi país decimos que es un ‘senza
vergogna’ un ‘sinvergüenza’.
La vergüenza también
nos hace bien, nos hace más humildes.
Y el sacerdote recibe con amor y con ternura
esta confesión, y en nombre de Dios, perdona.
También desde el punto de vista humano, para
desahogarse, para tranquilidad nuestra es bueno hablar con el hermano y decirle
al sacerdote estas cosas, que pesan tanto en mi corazón:
·
Uno
siente que se desahoga ante Dios, con la Iglesia y con el hermano. Por
eso, no tengan miedo de la Confesión.
Uno, cuando está en la fila para confesarse siente
todas estas cosas, también la vergüenza.
Pero luego, cuando termina:
·
Sale
de la confesión:
Libre,
grande, bello, perdonado, blanco, feliz.
·
Y
esto es lo hermoso de la Confesión.
Y el Papa continúa, y lo hace con la sencilla
pedagogía de la vivencia diaria:
Quisiera preguntarles, pero no respondan en voz alta
¿eh?, cada uno se responda en su corazón:
·
¿Cuándo
ha sido la última vez que te has confesado?
Cada
uno piense:
¿Dos
días, dos semanas, dos años, veinte años, cuarenta años?
·
Cada
uno haga la cuenta, y cada uno se diga a sí mismo:
¿Cuándo ha sido la
última vez que yo me he confesado?
Y reitera Su Santidad, y si ha pasado mucho tiempo:
·
¡No
pierdas ni un día más!
·
Ve
hacia delante, que el sacerdote será bueno.
·
Está
Jesús, allí, ¿eh?
Y Jesús
es más bueno que los curas.
Y
Jesús te recibe. Te recibe con tanto amor.
·
Sé
valiente, y adelante con la Confesión.
Queridos amigos, celebrar el Sacramento de la
Reconciliación significa:
·
Estar
envueltos en un abrazo afectuoso.
·
Es
el eterno abrazo de la infinita misericordia del Padre.
Recordemos, nos dice el Papa con cariño, aquella
bella, bella Parábola del hijo que se fue de casa con el dinero de su herencia,
despilfarró todo el dinero y luego, cuando ya no tenía nada, decidió regresar a
casa, pero no como hijo, sino como siervo:
·
Tanta
culpa había en su corazón, y tanta vergüenza.
Y la sorpresa fue que cuando comenzó a hablar y a
pedir perdón, el Padre no lo dejó hablar:
·
¡Lo
abrazó, lo besó e hizo una fiesta!
Y yo les digo, ¿eh?:
·
¡Cada
vez que nos confesamos, Dios nos abraza, Dios hace fiesta!
Vayamos adelante por este camino.
Publicada en DIARIO DE ÁVILA Digital 11 febrero 2016
Publicada en “Cartas al Director,
Tu voz en la red” Digital 11 febrero de
2016