341 Hacia
una nueva libertad
La realidad es que vivimos en una España injusta y
anacrónica, sometida continuamente al ataque de los corruptos, de los
mentecatos y de los nuevos ricos legalmente constituidos y amparados por el
poder.
En un terreno muy importante como es la educación,
por ejemplo: Tenemos una enseñanza poco operativa dirigida por unos cuantos
desaprensivos que desde su ignorancia hacen una proclama para seguir
defendiendo el analfabetismo y la incompetencia. Los sindicalistas estudiantiles
de hoy junto con los poderes que lo dirigen están sumergiendo la labor
educativa en el desaliento de la inoperancia. Cuando veo a los estudiantes
manifestarse con estruendo y prepotencia me pregunto: ¿A qué salen? ¿Por quién
salen? Y ¿Para que salen? y cuando estos mismos protestan, delante de tal o
cual institución, de nuevo me pregunto ¿A quién le protestan? Para mí las
manifestaciones estudiantiles son una clara manifestación del analfabetismo
español: nadie sabe por qué, ni para qué, pero ahí están: ladrando, increpando
y, sea o no necesario, destruyendo. Porque en las calles por desgracia, en la
mayoría de los casos, siempre nos representan: los inservibles, los holgazanes,
los ignorantes, los despojos de una sociedad podrida.
No se sí se han anclado bien los pilares de la
democracia, pero lo que es cierto es que la libertad se tambalea, la honestidad
también se tambalea y la credibilidad en este ambiente de descrédito también
está en grave peligro. Todo se hunde en el fango y cada día más la ética democrática
se desdibuja ante el terrible y desacreditado mundo financiero, ante la
desigualdad de los españoles, ante la indignidad a la que está sometida la
persona. Y cada día más resalta como oro puro la riqueza de los ricos, que a su
vez son cada vez más y más ricos.
Y aquí nadie genera trabajo, ni nadie genera mano
de obra, ni nadie genera mejoras sustanciales. El turismo deja algo de ingresos
pero se va pronto; y el agua deja una tierra espléndida, pero de nuevo el calor
llega y todo se seca. Y nuestros corazones llenos de desaliento y nadie hace
nada y la crisis sigue y una generación de jóvenes se pierde y la siguiente
espera con miedo y los ricos amplían sus graneros y los harapientos famélicos
se desesperan y en las grandes urbes muchos establecimientos cierran y cierran
y la gente se lamenta, y aquel sin dinero pero intentando pagar su hipoteca, y
el niño llora viendo el dolor en las caras de sus padres, y los abuelos desfallecen
ante el peso de la tristeza
Y uno desesperado no puede más y sale a la calle y
ante la mirada atónita de la gente, asciende por el mástil, es la plaza del
pueblo, asciende para colocar el crespón negro en la bandera de España. ¡Porque
España está triste! ¡Está triste de ver como sus hijos caen y caen: deprimidos,
desalentados, tristes y agónicos! Caen fulminados por la descarnada y pobre
realidad y mientras caen gritan: “España se muere” y los líderes sin enterarse
siguen galopando buscando una nueva dote para su ostentosa opulencia y se oye
de nuevo: “España se muere”, la libertad se acaba y la esclavitud comienza. Y
ante esto no cabe más salida que un digno, aunque duro, y forzoso destierro. La
tierra prometida ya no está aquí, la democracia ha acabado con ella, y tenemos
que salir buscando un nuevo mana, un nuevo mana que nos espera lejos, quizás
muy lejos de nuestras queridas fronteras. Fronteras que se quedarán en nuestra
mente como recuerdo inolvidable de un ayer que pasó.
Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 20 de junio de
2014
Publicado
en Forumlibertas.com 27 de
junio de 2014 Cartas
Publicado
en Forumlibertas.com 28 de
junio de 2014 Opinión
Publicada en Diario JAÉN
6 de julio de 2014