358 Evolución hacia la generosidad.
María
Paola Scarinci de Delbosco en la Revista: “Materna” ha publicado un espléndido
trabajo sobre: “La generosidad en el proceso de maduración de un ser humano”, y
lo he considerado tan especialmente bien diseñado, gracias María, que en
paralelo me ha servido para mi aprendizaje personal y para realizar este otro
diseño con el que quiero aportar algo nuevo a la labor educativa en este tiempo
tan falto de soportes.
·
Soportes:
vivos, sólidos y firmes.
La
maduración de una persona es una cuestión básica e importantísima en el
desarrollo de un ser humano y va desde el egocentrismo inicial de la niñez hasta
el reconocimiento paulatino y progresivo de la existencia de otros en el mundo;
o sea va del absoluto exclusivismo inicial a la apertura.
Al
comienzo las posibilidades de supervivencia de un ser humano dependen
enormemente de sus ganas y de sus intensos deseos de vivir, y estas ganas de
vivir se manifiestan en los primeros años de la existencia de una persona con
un necesario egocentrismo existencial.
Si
no fuera tan fuerte la defensa de la propia persona, la defensa de su propia
identidad, no habría energía suficiente para conseguir lo necesario para la
vida y para contrarrestar todos los obstáculos
que ponen en peligro su propia seguridad.
Pero
el crecimiento y la maduración implican que ese mundo tan cerrado alrededor de
la persona se vaya, poco a poco, ampliando para completarse con la presencia de
los demás, que vienen no a empobrecer las experiencias personales, como podría
parecer, sino a enriquecerlas con:
·
Las
diferencias, las características, las opiniones, las habilidades, las
ocurrencias, los gestos y toda la diversidad que proviene de los demás.
Se
ha dicho que la incorporación de un nuevo hermano es difícil porque es alguien,
que aparece de pronto, distinto de mí, pero con los mismos derechos sobre muchas
cosas mías:
·
Los
espacios de la casa. Alguna ropa. La comida. Las chucherías. Los juguetes. Los
objetos de su entorno.
·
Y,
como el remate más desconcertante para ellos:
Papá y mamá...
Por
eso es frecuente que los niños/as ante esto se sientan:
·
Inseguros,
extraños, raros, desubicados, molestos, celosos o tristes.
Hay
que entender que madurar significa poder ser:
·
Más
libres. Más personas. Más conscientes de las cosas. Más ellos mismos.
Y, en última instancia,
tener más oportunidades de felicidad.
Por
eso es importante que nuestro trabajo a la hora de educar a los niños/as se
centre en hacerles entender que:
·
La
actitud generosa significa la oportunidad para abrirnos a un mundo maravilloso:
más completo, más grande, más rico y más variado.
Si
realizamos el análisis de la palabra “generosidad” resulta muy llamativo saber
que tiene la misma raíz que" engendrar", y que está relacionada y emparentada
con palabras que significan: fértil, fuerte, de buena raza, noble, leal conceptos
que nos permiten entender que ser generosos “engendra” cosas buenas:
·
La
generosidad hace que el mundo de cada uno se abra al mundo de los otros, y que
de ese encuentro seguro que nace algo nuevo, algo que enriquece en lugar de
quitarnos lo que considerábamos sólo nuestro.
·
No
perdemos nada: cambiamos nuestra idea cerrada, nuestro yo, por otras cosas o
personas de mayor valor.
Y
es lógico que sea así, porque no somos seres autosuficientes y no sólo nos
necesitamos a nosotros mismos y necesitamos “cosas”, sino más aún necesitamos también
a las demás personas.
Si
no estuviéramos en relación con los demás:
·
Jamás
se desarrollarían capacidades importantísimas y posteriormente nuestras como:
o
La
sonrisa, el dialogo, la comunicación, la amistad, el cariño, la ternura, el
amor.
Entrenar
a nuestros niños/as pequeños/as para compartir, amplía también su sentido hacia
la justicia y los hace:
·
Más
comprensivos con los demás, más seres humanos, más virtuosos, más solidarios,
más desprendidos, más tolerantes, más sencillos.
Fijaros
su espontáneo egocentrismo, que como vimos fue necesario para que protegiera su
vida en sus momentos iniciales, debe ahora dejar lugar a una actitud especialmente
sublime, mucho más compleja pero satisfactoria, que es la apertura al otro como
algo muy bueno.
Ser
generosos no será tan difícil si el niño/a siente cerca de sí constantemente la
preocupación, y la mirada amorosa y atenta del adulto.
Un
adulto, también generoso:
·
Que
lo guía, que lo estimula y que le ayuda, con cariño y paciencia, frente a las
dificultades y que con facilidad le reconoce los triunfos.
La
generosidad es el comienzo de una presencia activa en el mundo:
·
“Con
la generosidad cada uno empezamos a percibir que estamos dando cosas y que eso
ocasionalmente puede resultarnos molesto, pero terminamos entendiendo que cada
uno realmente valemos, justamente porque tenemos algo para dar”.
Como
adultos, creemos que la vida no tendría sentido si no pudiéramos amar y ser
amados, por eso entendemos que el desarrollo de la generosidad en nuestros niños/as
es un entrenamiento fundamental, constante:
·
“Para
hacerlos capaces de dar amorosamente y para permitirles así sentir la riqueza
de su propio ser y la alegría de compartir con los otros”.
En
aparente contraposición con lo anterior, hay personalidades que más fácilmente
se ponen en contacto con los demás, y para este tipo de temperamentos la
generosidad se desarrolla sin dificultades, como un recurso natural de
comunicación con la realidad. Para estos niños/as, los otros se presentan tan
importantes y tan interesantes, que compartir con ellos lo que sea no
representa ningún sacrificio. Pero eso
no sucede siempre ni con todos los niños/as.
Y
para terminar esta bella reflexión:
·
“No
debe asombrarnos el descubrir, una y otra vez, que uno de los significados de
la palabra “Generoso” es “Que da frutos”.”
·
El
generoso da fruto:
·
“El
maravilloso fruto de una vida en plenitud”.
Publicada
en DIARIO DE AVILA Digital 9 de octubre de
2015
Publicado en Forumlibertas.com Opinión 4 de octubre de 2015
Publicada
en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 14 de octubre de 2015