340 Sin memoria pero con amor
Un Señor de ochenta años cada día iba a la residencia de mayores donde estaba
su esposa a desayunar con ella.
Y cuando le preguntaron, ¿Por qué su mujer está en esta residencia de
mayores?, él respondió, porque tiene alzheimer, pérdida de la memoria.
Entonces le preguntaron, "¿Se preocupaba su mujer si tardabas en
venir a desayunar con ella?" y respondió "Ella ya no se acordaba… ya
no sabía quién era yo, desde hace cinco años que ya no me reconocía."
Y un poco sorprendidos, le dijeron: "y aun así seguías viniendo cada día, con buen o mal tiempo, para desayunar con ella por la mañana a pesar de que ella no te reconocía."
El hombre sonrió, se quedó pensativo, miro a nuestros ojos y nos apretó la mano, entonces nos dijo: "Ella no sabía quién era yo, pero yo sí sabía quién era ella."
Y un poco sorprendidos, le dijeron: "y aun así seguías viniendo cada día, con buen o mal tiempo, para desayunar con ella por la mañana a pesar de que ella no te reconocía."
El hombre sonrió, se quedó pensativo, miro a nuestros ojos y nos apretó la mano, entonces nos dijo: "Ella no sabía quién era yo, pero yo sí sabía quién era ella."
Al recordar aquello sentimos todos la fina sensación de una emoción que
se vivía; y es que cuando afloran los sentimientos, cuando aflora el amor,
viene a nosotros una sensación especialmente tierna que llena el alma y que se
percibe por cada uno de los sentidos.
Me parece tremendamente bello y emotivo que estas cosas suceden y es una
muestra evidente de que el amor puede ser para siempre.
El amor lo empobrecemos los seres humanos: por nuestro egoísmo, por
nuestra indiferencia, por tantos obstáculos como cada día situamos entre el
amor y nosotros.
Sí cuidáramos el amor, de él resurgiría cada día: un nuevo brote, una
nueva ilusión, un nuevo cariño, una nueva y eterna mirada, un gesto, una
sonrisa, un para siempre, una caricia, un fuego intenso que mantiene caldeado
nuestros corazones, un nuevo y precioso amanecer. Cada día junto a la vida
resurge en cada uno el amor, ese amor grande que pertenece a nuestra propia
esencia. Este Señor va a desayunar cada día con su esposa, cada día le urge el
amor, y vuelve al encuentro cotidiano con lo que da sentido a su vida. Qué pena
que en estos tiempos hayamos empobrecido tanto el amor; lo hemos convertido en
un utensilio más, en un objeto; sin darnos cuenta de la trascendencia y
emotividad que el amor lleva consigo, sin darnos cuenta que Dios es amor, que
la vida es amor; que la vida del amor nace y hacia él permanentemente se dirige.
Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 30 de junio de
2014
Publicado en La Nueva España. Prensa
Asturiana. Digital. 3 de julio de 2014
Publicada en Diario JAÉN
5 de julio de 2014
Publicada en Diario Atlántico. Vigo. Digital 6 de julio
de 2014
Publicado
en Forumlibertas.com 9 de julio
de 2014 Opinión
Publicada en Diario LA REGIÓN de
Ourense Digital 16 de julio de 2014