145    Una paz truncada.

21 de Enero de 2000.  Que  pena  que haya tenido que llegar ese momento fatídico, en el que la nefasta crueldad de ETA  haya de nuevo hecho su aparición, en el panorama de nuestra historia contemporánea, después de una larga y esperanzadora tregua. Madrid ha sido el escenario y un militar  la víctima. Aunque, en realidad, el escenario ha sido: España, toda España; y la víctima: los españoles, todos y cada uno.
Victima: Pedro Antonio Blanco García
No hay duda, los criminales necesitan sangre inocente, para satisfacer sus necesidades vitales; y la necesitan, con tanta fuerza, como el drogadicto necesita la droga, como el alcohólico necesita el alcohol o como  el fumador el tabaco.  Además los criminales, tienen, en su pueblo y en sus gentes, un terreno abonado,  que potencia esos deseos vehementes.  Hay: muchos intereses, muchos implicados y mucha basura, tras todo esto. Los atentados no son, sólo, fruto del instinto terrorista de unos locos aislados, sino que es el compromiso de muchos vascos: que desde el cobarde anonimato o desde la vida pública o desde el altercado callejero o desde el pedestal sangriento de su propio y repugnante concepto de la  vida, apoyan a los criminales y hacen de ellos unos héroes: rodeando, su vida y su muerte, de la aureola que se reserva para los valientes. Que  triste es que la áureada bandera que enarbolan muchos vascos este manchada de sangre, y no sólo manchada, sino -mas bien- empapada, bien empapada, en esa preciosa sangre.
El luto, de nuevo, pesa sobre nuestras vidas; las lágrimas, otra vez, riegan nuestros rostros; la melancolía del terror nos invade, pero de todo esto resurge la esperanza, la esperanza de que la paz: pronto, muy pronto, inundará nuestra tierra, y la flor de la libertad reinara sin trabas. Todo, muy pronto, será distinto. La democracia vencerá  y la sociedad de nuestros hijos estará libre de estas lamentables amenazas.
El fin del terror está próximo....  El mal será vencido.... ¡La cuenta atrás: ha comenzado... !
Que  la Virgen de  la Paz, cuya festividad celebramos el 24 de Enero, proteja a nuestro pueblo y a nuestras gentes.


Publicado en Diario JAÉN  28 - 1 – 2000