126           10 -11- 89. Un muro cae.


   Hace ya 10 años: “un muro cae”, y con él cayeron años de opresión, de tiranías, de oprobios, de dictadura... Cae todo eso y resurge de entre los escombros una bella palabra: " libertad ";  palabra, que al disfrutar de su presencia es cuando el ser humano vive su auténtica dignidad. Muy por el contrario el ser humano sometido a la alienante esclavitud de un sistema totalitario está muerto: muerto a su grandeza, muerto a la autenticidad de su ser, muerto a la verdad, muerto a su propia existencia.

   Ese muro durante demasiados años fue una muestra de  la insensatez, de la intolerancia, de la degradación, de la vergüenza en la que puede caer el ser humano.

   Igual  que la violencia engendra violencia y el vicio engendra vicio, la opresión engendra opresión. Y de la opresión  egoísta y abominable de la Rusia de los zares, nació la Rusia comunista, que sólo sirvió para hundir aun más a millones de hombres en la más austera de las miserias. La igualdad proclamada por este sistema como bandera victoriosa era la máscara bajo la que se escondía un desequilibrio repugnante.

   Un Papa – quizás: S.  Pío X- dijo que el comunismo era intrínsecamente perverso. ¿Alguien lo duda?

  ¡Y si la religión era para Marx el opio del pueblo! ¿Que droga contenía ese sistema "suyo", esa ideología: "tan, aparentemente, poderosa" que durante tanto tiempo – demasiado: opino yo- conmocionó al mundo, adulterando  la verdad?


   Publicado en Diario JAÉN         19 - 11 - 1999