226 La soberbia de usar a Dios.
La
Parábola del fariseo y del publicano, es una muy edificante parábola de Jesús
sobre la verdadera oración, sobre la actitud farisaica y la verdadera
humildad.
Dice
asi: "Dijo también esta parábola
a algunos que confiaban en sí mismos teniéndose por justos y despreciaban a los
demás: Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo, y el otro
publicano.
El fariseo, quedándose de pie, oraba para sus
adentros: Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres,
ladrones, injustos, adúlteros, ni como ese publicano. Ayuno dos veces por
semana, pago el diezmo de todo lo que poseo.
Pero el publicano, quedándose lejos, ni siquiera se
atrevía a levantar sus ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo:
Oh Dios ten compasión de mí que soy un pecador.
Os digo que éste bajó justificado a su casa, y
aquél no. Porque todo el que se ensalza será humillado, y todo el que se
humilla será ensalzado."
Evangelio
de San Lucas.
La
oración, “la muy dudosa oración del fariseo” es rechazada por Dios porque sus
pensamientos, sus reflexiones son fruto de la soberbia y del orgullo
espiritual. El fariseo hace cosas buenas y difíciles, pero con mala intención;
su comportamiento: da un poco de pena y un poso de asco; él se enorgullece de
sus limosnas, de sus ayunos y se compara con el publicano al que juzga,
desprecia y considera inferior.
Busca
su orgullo, su perfección egoísta y egocéntrica. Todo lamentable. No le mueve
ni el amor a los demas ni el amor a Dios; y por supuesto no es consciente de
que, sin la ayuda del Señor, no puede nada. Bajo una apariencia espiritual se
esconde un grave pecado de soberbia muy difícil de curar, porque está llena de
buenas obras pero no para los demas, ni para la gloria de Dios.
El
publicano, en cambio, dice la verdad de su propia indignidad y por eso pide
perdón; él no se compara con nadie, solo se humilla y se sitúa en su sitio, y por
ello Dios le mira con compasión y con cariño: le admira y le justifica.
La
suya es una oración llena de amor, sencilla, humilde y por eso es escuchada y
arranca: el elogio, la admiración y las bendiciones de Dios.
Publicada en “Cartas al Director,
Tu voz en la red” Digital 12 marzo de 2015
Publicado en Forumlibertas.com 16 marzo de 2015
Publicada
en DIARIO DE AVILA Digital 20 marzo de 2015
Publicada
en Diario JAÉN 18 abril de 2015