281 Un ladrón a la conquista del cielo
Se acerca el
día de los Santos. 1 de noviembre, es por ello y por los tiempos que corren por
lo que no sabemos cómo puede acabar esta historia que ahora quiero contar. Los
ladrones abundan en esta España atrozmente desmantelada y corrupta en muchas
facetas y aspectos. Ya los ladrones por
su efecto destructor nos aterran. Por otro lado no podemos negar que la idea
del cielo es para todos ilusionante mente apasionadora; muchos no creen en él, pero le deslumbra la
posibilidad de creer; muchos quisieran creer pero lo ven lejos de su realidad a
veces tan matemáticamente perfecta, o lo ven lejos de su estructura mental
absorta en lo tangible de cada día, o lo ven lejos del caos del ser humano tan
miserable y egoísta. Pero dejo a los ladrones de hoy día, y al cielo brillante
para nuestra mirada pero lejano e inexistente, para muchos, como lugar de vida
y eternidad. Y ya me sitúo en el primer escenario de los dos que voy a describir.
En el me remontó a hace 2000 años, y por
aquel entonces tuvo lugar un suceso que cambió la historia del mundo o por
decirlo de otra manera dicho suceso cambió el rumbo de la historia. El
personaje principal de este decorado se llama Jesús y durante unas horas
aparece en la historia colgado vilmente de una cruz, la historia es una
historia real y viva, apasionante y excepcionalmente trascendente. Ese
personaje dice ser Dios y nos promete su resurrección después de aquel cruento
acontecimiento y nos promete después a todos la resurrección futura. Este es el
gran misterio que sigue conmocionando el mundo, que sigue rompiendo moldes y
esquemas, que sigue causando profundas elucubraciones filosóficas y teológicas,
con dogmas y sin ellos. Aléjate, durante breves momentos, del pasado y adéntrate
ahora en el segundo escenario y en el suceso presente que aquí cuento: un
cortejo fúnebre, un ataúd, un muerto… los vivos acompañan al cadáver:
desolación, tristeza, lágrimas… y un pensamiento unánime: ¿qué pasa con el
muerto?: Vive, no vive; nos ve, no nos ve … El eterno dilema: ¿Es eterna la
muerte o es eterna la vida? ¿Vence la
vida o vence la muerte? El hecho más trascendente, para el ser humano, es este.
Y, de nuevo, volvemos a la anterior escena del calvario y nos encontramos con otros dos personajes más, otra
segunda cruz: el buen ladrón: Dimas y otra tercera cruz: Gestas, el llamado mal
ladrón. Entre ellos empieza un diálogo controvertido sobre Jesús, uno cree y
otro no cree, uno ama y el otro reniega, uno se fía de Jesús y el otro lo
maltrata, uniéndose al cortejo acusador, y en el rifirrafe del debate, cuando
se va acentuando el tono áspero de la contienda dialéctica, Dimas le dice a
Jesús: “Acuérdate de mí cuando llegues a tu reino” y Jesús sabedor de la fuerza del amor de aquel ladrón le dice
entusiasmado: “ Te lo aseguro, hoy estarás
conmigo en el paraíso” y ese ladrón desde la cruz conquista el Cielo. Fue el primer Santo, digo
bien el primer Santo y para él se abrieron las puertas del Paraíso. Apúntate a
la historia, esta historia empezó con Dimas, pero aún hoy continúa, no rechaces
ese cielo que es la más importante promesa que nos han podido hacer. Muerte o
vida, la nada o la eternidad; la grandiosidad
de un proyecto apasionante ingeniado por Dios o la precariedad de una tumba:
anónima, solitaria y enigmática, pero tumba, que nos habla de muerte y de un no
existir eterno. Si quieres acompaña al buen ladrón pero tu libertad puede hacer
que dirijas, para toda la eternidad, tu mirada al ladrón negador y atribulado.
Decide, ahora estas a tiempo, luego puede ser ya tarde; la noche de los tiempos
se avecina cada día y para cada uno. El tiempo, en su rápido o lento avanzar,
es imparable. No te duermas en los laureles pues si te descuidas, en ellos
puede quedar tu destino.
Publicada en Diario JAÉN
28 de Octubre de 2013
Publicado en Forumlibertas.com 28 de octubre de 2013