122 Entre las garras de la apatía
Me
siento ciertamente responsable y atribulado por no dar, en muchas ocasiones, la
debida respuesta a los dones y talentos que Dios me ha concedido: <<Unos
padres ejemplares; una buena formación cristiana en mi infancia y juventud que
propició en el futuro mi vocación al apostolado y una cercanía amable con el
que sufre y con el desfavorecido; una formación constante a lo largo de más de
40 años a cargo de la prelatura del Opus Dei; una profesión de profesor de
matemáticas en secundaria que ha propiciado el trato inestimable y enriquecedor
durante 37 o 38 años con los jóvenes; mi familia: mis hermanos, mi mujer y mis
hijos que me han ayudado a unirme y a superar, cuando era necesario, el
encuentro de todo ser humano con la Cruz de Cristo y a encontrarme, un día y
otro, con la alianza de la futura y prometida Resurrección; y para finalizar mi
labor literaria, mi labor periodística amateur, mi labor de enfrentarme cada
día con el acontecer diario y expresarlo con palabras. Palabras: unas veces
vivas y apasionadas y otras veces tristes y anodinas dada la situación de
penuria en que vivimos >>.
Seguro
que Dios ve en mi: más talentos recibidos; pero yo hoy y ahora, torpemente, no
descubro más. Lo que si descubro es las veces que me he negado a lo que Dios o
las necesidades de los demás me pedían; lo que sí descubro es las veces que me
he dormido en la comodidad, o las veces que he quedado atrapado por la tristeza
o por una apatía incierta pero siempre ineficaz.
Y
para todo esto me viene a la cabeza en este día de San Ignacio de Loyola, este
punto nº 11 de Camino:
«Voluntad. Energía. Ejemplo. Lo que hay que hacer se hace...
Sin vacilar... Sin miramientos. Sin esto, ni Cisneros hubiera sido Cisneros; ni
Teresa de Ahumada, Santa Teresa...; ni Íñigo de Loyola, San Ignacio... ¡Dios y
audacia! Regnare Christum volumus ».
Y
para terminar estas consoladoras palabras del Padre Pío, que me han servido de
bálsamo en un día, en el que sin motivo, he quedado atrapado entre las garras
de un desaliento placentero o un placer desalentador, pero en uno u otro caso
siempre innecesario e infecundo.
Las
palabras son:
<<El corazón de nuestro
divino Maestro no conoce más que la ley del amor, la dulzura y la humildad.
Poned vuestra confianza en la divina bondad de Dios, y estad seguros de que la
tierra y el cielo fallaran antes que la protección de vuestro Salvador. Caminad
sencillamente por la senda del Señor, no os torturéis el espíritu. Debéis
detestar vuestros pecados, pero con una serena seguridad, no con una punzante
inquietud >>.
Las palabras de San Josemaría:
“Fuertes”, las del Santo Padre Pío: “Misericordiosas”. En unas y en otras está
Dios: “Haz Señor que, hoy y ahora, encuentre en ellas: el remedio, la medicina
saludable, el bálsamo, la ternura…”
Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 2 de agosto de 2014
Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 2 de agosto de 2014
Publicado en Forumlibertas.com 6 de agosto de 2014