82 Sin lluvia y con amor
La grandeza
de nuestra Semana Santa Granadina está en la fuerza emotiva del sentimiento, un
sentimiento que en las vidas de las personas y conforme van pasando los años se
va transformando en oración. Y la oración, esa oración: callada, silenciosa y
diaria se transforma en fe, en una fe firme y robusta. Es como
el amor entre las personas, se empieza por un sentimiento pasajero y se acaba
con la firme realidad de un amor lleno de encanto y belleza.
Aquí en nuestra Granada; la Granada que combina en sus
vivencias una rica multiplicidad de culturas; la Granada que por ser andaluza:
es alegre y bulliciosa, es cautivadora y atractiva; esa Granada en esta Semana
Santa: ha cambiado la lluvia por el sol, ha cambiado -en unos días- las
lágrimas desconsoladas de sus Dolorosas por la felicidad de esa Virgen de la Alegría
que contempla con emoción la Resurrección de su querido Hijo. Y aunque la
Virgen de la Alegría: Reina de “ Regina Mundi” no ha salido, sí ha salido el
aroma purificador de un sinfín de Gracias que ha esparcido con amor en los
corazones de todos los que hemos vibrado con pasión en esta Semana Santa.
El Jueves Santo en el corazón del Albaicín, en: “Los grifos de
San José”, en plena tarde y rodeado de una multitud de gentes que con
expectación esperaban a la Cofradía de la Aurora, alguien que vivía aquello por
primera vez me dijo: “Esto si es una tradición viva” “Esta si es una realidad
atractiva y que nos hace descubrir un nuevo horizonte de religiosidad y fe” y
yo le dije: “Bueno, también están los curiosos” y él me dijo: “Creo que hasta
los curiosos hacen su reflexión positiva de este acontecimiento singular”.
Y haciendo un breve recorrido por mis vivencias de esta
Semana; Semana, especialmente Santa, en la que se enaltece: la figura de un
Jesús que sufre y ama; y la de una Virgen que, llena de dolor de amor, sigue
los pasos de su Hijo; y en este recorrido, me detengo en primer lugar: en la
emotiva sobriedad y en la semblanza de dolor de la figura del Cristo de San Agustín
y en la especialísima belleza de su trono: ¡Todo asombroso!; también, quiero
hacer hincapié, en el talante de tradición romántica de la Hermandad de los Dolores;
y, especialmente, me detengo ¡cómo no! en el intenso y callado dolor, del que
fluye amor y vida, del Cristo del Rescate.
El Viernes Santo, pude ver con detalle la Hermandad de Favores,
y caló en mí: la seriedad, la riqueza cofradíera de está viva y carismática Hermandad;
también me sorprendió el sabor a liturgia llena de ortodoxia y rigor cofrade
del Santo Entierro y el sereno discurrir de su cortejo en el que no faltaba
nada ni nadie: el arte, la ciencia, la cultura, el entorno social y político,
la Autoridad, la Iglesia, la tradición, todos estaban allí acompañando hasta el
sepulcro al Cristo Yacente, en esta “triste” tarde de Viernes Santo.
Y podríamos seguir, pero lo dejo aquí, para que: el olor a
incienso, el simbolismo de la luz de las velas, el horizonte de capirotes y la
presencia amorosa de Jesús y María nos acompañen hasta la Cuaresma Granadina de
2015.
Publicada
en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 29 de abril de 2014