250  La generación perdida

Es triste ver lo que está sucediendo, hay poca cabida para la esperanza, no podemos llegar al desaliento, pero quizás hay muchos motivos para ello; en España actualmente hay muchas cosas que arreglar pero pocas son las posibilidades de hacerlo, al menos en breve. Respecto a lo político el bipartidismo está aniquilando las posibilidades de avanzar, pues todos los esfuerzos de un partido los dedican a destruir los avances que el otro quiere llevar a cabo. Es una lucha de poder a poder pero con el único fin de que venza su partido político, no España. ¡Y mientras, España sumida en el desaliento¡ ¿qué hacer? Quizás lo más coherente sería empezar una nueva etapa; quitar tanto poder a la esfera política y trasladarlo, si ello fuera posible, a sectores de intelectualidad que buscarán por un camino honesto y transparente la prosperidad de España. A los hombres de ciencia no se les oye: no tiene eco su voz, o se le oye poco; a los investigadores de las grandes universidades tampoco se les oye; a los talentos del pensamiento filosófico y humanista tampoco se les oye; a los hombres y a las mujeres de bien tampoco se les oye; a los sabios y a los economistas sin usura no se les oye tampoco; ni se oye la voz de la calle: que sufre, que llora, que está desesperanzada de tanta mezquindad; están tan desilusionados que algunos no quieren ni que se les  oiga su triste y desgarrado lamento. Hemos dejado nuestras libertades en manos de no sabemos quién, pero lo que sí sabemos es que entre todos ellos han aniquilado la credibilidad en los: “Trascendentales Valores y Principios Democráticos”. Treinta y tantos años de libertades, al menos eso creíamos, para ver este triste y lamentable espectáculo de penuria y desilusión. Los padres viven de los recursos de los abuelos que ya van asistiendo a la dura prueba de no contar con nada, los hijos se hacen mayores y aún tienen que vivir de los padres, y nadie se puede casar y no vienen nuevas criaturas con lo cual el futuro de las pensiones ya se está poniendo difícil y todo hasta la felicidad de crear una familia se desvanece. Y el padre mira al hijo y se lamenta y el abuelo sufre y la madre trabaja sin parar y unos y otros mirando a ver si la esperanza se dibuja en algún horizonte, ya algunos piensan en el horizonte incierto de otras tierras lejanas, otros piensan en salir sin conocer un camino certero. Y las universidades llenas de desilusionados que apuestan por saber, sin saber la utilidad de su ardua misión y todos descontentos; descontentos de ver cómo aumenta la avaricia de los avaros, como aumenta la escalofriante riqueza de los ricos, como aumenta la caradura de los impresentables, como aumentan las mentiras de tanto gerifalte hipócrita, como aumentan los genios de la especulación, como aumentan los gandules que solo crean en su pueblo toneladas de desencanto. Millones de parados, sueldos de pena, pobreza, incertidumbre, mentiras, despilfarros de muchos millones de euros y un etcétera incomprensible e inaceptable. En la cárcel los miserables que han robado un euro y fuera, libres, los que han robado y siguen robando: miles y miles de euros, y lo que es más grave los que están robando la Democracia el Progreso y la Paz de muchos miles y millones de corazones españoles que ilusionados esperábamos la viva experiencia de un mundo mejor.
¡Atención no escribo acusando al: PP, ni al PSOE, ni al resto! Escribo de nuestro triste desaliento por una España que vemos como deambula perdida y sin valores; y escribo de la realidad de una penuria económica, que cada día y a veces a cada hora, nos aplasta y nos oprime. Nota: Mis tres hijos, si Dios no lo remedia, pertenecen a esta generación perdida.


Publicada en el Diario Jaén   28 de mayo de 2013




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