123    En Linares un “Huerto” centenario.

Con dos brillantes salidas procesionales la cofradía de Linares de la Oración en el Huerto de los Olivos está celebrando su centenario. Un centenario que la cofradía celebra con orgullo; y no es para menos, porque un centenario lleva en sí la perseverancia fiel de un trabajo diario, la perseverancia de un compromiso exigente.
Pero ahora quisiera trasladarme a ese Huerto sagrado, donde nuestro Señor Jesús pasó esos momentos terribles. Quizás 100 años sean insuficientes para descubrir la magnitud infinita del sufrimiento del Señor, quizás se necesite toda una eternidad para que el ser humano acabe descubriendo lo valioso e intenso que fue ese dolor.
Por otro lado la imagen del Señor en la Oración del Huerto se repite cada día, porque el mundo es un inmenso  huerto en donde millones de Cristos sufren el abandono cruel de un tremendo dolor: el dolor de la opresión, el del hambre, el de la miseria, el de la persecución por defender la verdad, el de la ignorancia, el de la enfermedad, el del pecado, el de la muerte.... Pero es necesario que el clamor dolorido de ese huerto grandioso se una al clamor de ese Jesús redentor que vivió en la tierra hace 2000 años. De nada vale el dolor  -desgarrador en tantas ocasiones- de un ser humano lleno de debilidades, si ese dolor no se ofrece, no se sobrenaturaliza, no se une a la sangre redentora de nuestro Divino Maestro.
No podemos quedarnos absortos mirando al mundo y sus fatídicos  acontecimientos y no ser capaces de descubrir la belleza inmensa de un mundo nuevo que nos espera para toda la eternidad.
Tenemos que prepararnos cada día para que al fin el olivo de ese  huerto: nuestro huerto, dé un sabroso fruto y la luz de la vida prevalezca sobre la tenebrosa noche, en un lugar implacable y terrible. Tenemos que prepararnos para que el inmenso holocausto de un dolor que invade nuestro mundo se transforme en gloriosa esperanza. Tenemos que prepararnos para que el sudor de sangre  de nuestro amado Maestro se transforme en abundancia de bienes, en un paraíso repleto: de paz, de luz, de esplendor, de dicha,...
Me gustaría que este centenario y el procesionar de todas las Hermandades de  la Oración en el Huerto, de nuestra querida tierra andaluza, nos sirviera como campanadas que nos anunciaran que el dolor del ser humano tiene un fin: un fin preciso y claro, que como ya hemos dicho es: esperanzador,  glorioso, divino, eterno....

Publicado en Diario JAÉN    22 - 10 - 1999

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