397 Orar, una entrañable experiencia.
Para
hablar de la importancia y de la
fecundidad de la oración quiero empezar con él punto 382 de Camino. En él, San
Josemaría relata el porqué de la dedicatoria que puso en un libro que regaló a
Ricardo Fernández Vallespín:
“Al regalarte aquella
Historia de Jesús, puse como dedicatoria: "Que busques a Cristo: Que
encuentres a Cristo: Que ames a Cristo". — Son tres etapas clarísimas.
¿Has intentado, por lo menos, vivir la primera”.
Ahora es Ricardo Fernández
Vallespín quien nos relata su primera visita a Josemaría Escrivá. Era el año
1933:
«El Padre me habló de las
cosas del alma, no de los problemas políticos; me aconsejó, me animó a ser
mejor; pienso que también recibió mi confesión en el sacramento de la
Penitencia. Recuerdo perfectamente, con una memoria visual, que antes de
despedirme, el Padre se levantó, fue a una librería, cogió un libro que estaba
usado por él y en la primera página puso, a modo de dedicatoria, estas tres
frases: + Madrid – 29-V-33. Que busques a Cristo. Que encuentres a Cristo.
Que
ames a Cristo. El libro era: “La Historia de la Pasión” del Padre
Luis de la Palma».
Al final esta visita fue para
Ricardo el comienzo de la gran historia que le llevó a él, joven arquitecto entonces, a la entrega total
a Jesucristo.
Esta propuesta, de oración y
de vida, que hizo San Josemaría al joven arquitecto en 1933 y que hizo
posteriormente a tantos miles de personas, nos lo hace hoy a cada uno de nosotros. El Santo nos
invita a recorrer esas «tres clarísimas etapas».
En 1967, en una homilía
titulada: «Hacia la santidad», San Josemaría se expresaba de nuevo sobre el
mismo tema hablando, en este caso, de cuatro escalones:
«En este esfuerzo por
identificarse con Cristo, he distinguido como cuatro escalones: buscarle,
encontrarle, tratarle, amarle. Quizá comprendéis que estáis como en la primera
etapa. Buscadlo con hambre, buscadlo en vosotros mismos con todas vuestras fuerzas.
Si obráis con este empeño, me atrevo a garantizar que ya lo habéis encontrado,
y que habéis comenzado a tratarlo y a amarlo, y a tener vuestra conversación en
los cielos».
San Josemaría para seguir
este camino aconsejaba también tratar a Jesucristo “metiéndose” en las escenas del Evangelio como un personaje
más. Así se puede vivir con el Hijo de Dios las escenas que los evangelistas
nos cuentan. Y así se puede vivir intensamente nuestra oración, dado que lo más
importante en ella es conocer a Jesucristo, amarlo y seguir su ejemplo. Y
todo pisando fuerte, con decisión,
sabiendo que nuestra relación con Dios a través de Jesucristo, de su santísima
Madre y de los Santos es lo más importante de nuestra vida. Vida que en todo
momento ha de estar plenamente orientada a las realidades divinas.
Publicada en DIARIO DE AVILA
Digital 29 enero 2016
Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red”
Digital 29 enero de 2016