8 Diversidad de razas pero unidad en el amor





8  Diversidad de razas pero unidad en el amor

Este tiempo en el que vivimos es cada vez más frecuente que gentes de distintas razas y de distintas religiones tengamos que convivir juntos, que trabajar juntos, que divertirnos juntos y diría yo que rezar juntos. Por lo tanto es cada vez más importante el respeto mutuo, el respeto de cada uno hacia los demás aunque los demás sean  muy diferentes a nosotros. España se puede enriquecer con la variedad de culturas, con la variedad de formas de entender la vida. Estas variedades forman ya el panorama normal de cualquier ciudad, de cualquier colectivo, de cualquier colegio de enseñanza. Ya tenemos que contar con esta realidad y tenemos que abrirnos para que en nuestro pensamiento y en nuestro corazón quepa ese otro a veces tan distinto a nosotros. Nuestros hijos tienen que convivir con esos otros hijos de distinta raza, de distintas costumbres; de ahí nacerá un enriquecimiento mutuo sin que por ello nadie  pierda su identidad. Tendremos que aprender a convivir de una forma nueva. Los clichés  de antes ya no sirven.
Tendremos  que buscar los cauces adecuados para fomentar el entendimiento mutuo y el respeto mutuo de todos. No podemos dejar a un lado al otro ser humano simplemente porque su religión por ejemplo sea distinta, uno se tendrá que apoyar en el otro para que los dos caminen en la misma dirección. Sin perder nuestras raíces los españoles tendremos que aceptar las raíces de los demás, la religión de los demás, la cultura de los demás. La mayoría de los españoles somos católicos pero tenemos que estar cerca de todos sin despreciar a nadie. Juan Pablo II nos ha dado ejemplo de respeto y de unidad en la diversidad; él busca el bien del otro y procura la unidad de los cristianos y de todo hombre a través del diálogo, a través de la comprensión y a través del afecto. La beata Teresa de Calcuta supo ver en todos la imagen de Cristo. Los cristianos, los hindúes, los musulmanes, los judíos, todos eran para ella Cristo que se presenta con el rostro dolorido del ser humano desvalido y miserable. Teresa estuvo siempre rodeada de una multitud  inmensa de gente diversa, ella no se dedicó a cuidar sólo a los católicos, sino que se hizo todo con todos para salvarlos a todos: supo limpiar las heridas de su cuerpo y las heridas  de su alma; supo respetar a todos, cuidarlos a todo, amarlos profundamente a todos. La beata Teresa de Calcuta es un buen ejemplo de la unidad en la diversidad. Aprendamos de ella y dentro de la diversidad con Juan Pablo II recemos por la unidad, respetando y amando a todos y todo  hecho de una manera sin igual y todo con un inmenso cariño.


Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 1 de diciembre de 2013