141  Un Catecismo para tu vida

Cuando el 11 de Octubre de 1992, Juan Pablo II autorizo la publicación del nuevo catecismo, enseguida muchos católicos sentimos la sana inquietud de conocer: su contenido, su estructura, su forma de desarrollar la catequesis. Otros aprovecharon  esta ocasión para crear dudas, para originar inquietud e intranquilidad en los corazones y en las conciencias y para lanzar interpretaciones erróneas. Los enemigos de la iglesia aprovechan con hábil destreza cualquier ocasión para desprestigiar el rostro amable de ésta Iglesia que siempre ha caminado y caminará hacia Dios.
Pero dando un carpetazo a un pasado que quedó en el recuerdo; situémonos de nuevo en el presente; y, en él, vale la pena recordar, de nuevo, la riqueza de este libro sin igual, que contiene toda la doctrina, toda la sabiduría, toda la ciencia de una fe espléndidamente atractiva.
El catolicismo no es una religión para anticuados, ni para beatos, ni para retrógrados, ni para fachas... El catolicismo, es la doctrina que contiene toda la salvación del ser humano. ¡Porque Cristo es el único Salvador!  Y “ese” Salvador,  creó una única Iglesia, que es: Una, Santa, Católica y Apostólica.  Y esa Iglesia tiene una cabeza visible: el Papa. Él, sucesor de Pedro, rige la Iglesia bajo la guía implacable del Espíritu. Espíritu de un Jesús que vive, permanentemente, en ella.
Te animo a que, sino lo has hecho ya, leas este catecismo. En él, encontrar respuesta a tus dudas, solución a tus interrogantes, alivio para tu alma.... Allí, en  él: descubrirás, si el hombre desea, ¡ y por qué!, el encuentro con Dios; descubrirás, si es el hombre el que busca a Dios o Dios el que busca al hombre. ¡Allí! En este libro descubrirás la fascinación de Creer, la atracción de Esperar y la sabia disposición para Amar: siempre, siempre, siempre...
Y para terminar, estas bellas palabras de Juan Pablo II, que forman parte del prólogo de  este catecismo: "Que la luz de la verdadera fe libre a la humanidad de la ignorancia y de la esclavitud del pecado, para conducirla a la única libertad digna de este nombre: la de la vida en  Jesucristo bajo la guía del Espíritu Santo, aquí y en el Reino de los cielos, en la plenitud de la bienaventuranza de la visión de Dios cara a cara".


Publicado en Diario JAÉN  12 - 1 – 2000

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