251  El trauma del no a la vida.

No aceptes tu aborto -y digo tu aborto, pues al final es solo tuyo- para no tener después el terrible escrúpulo de la no existencia de alguien que -al menos- pudo estar vivo dentro de ti, si quieres atiende y lee, este escrito describe el desgarro interior de una joven que ha abortado: “Noto cómo el ADN de mi hijo  lo sigo teniendo  en mis entrañas, en mi corazón y en mi alma;  he detestado como estaba ya esculpido  con mi propia sangre en lo más profundo de mí ser. Su ADN me persigue, el suyo increpa al mío echándole en cara lo tremendo del error cometido. Es un diálogo de tú a tú entre dos identidades con gran fuerza dentro de mi propio ser, y a la naturaleza no se le puede engañar, hay un algo inscrito muy dentro de nosotros que no acepta el juego de los cobardes, yo fui cobarde y mi yo me lo recrimina con fuerza y me dice: ¿cómo has podido cometer tan grave error? el don de la vida puesto en lo más sagrado de tu ser, en lo más profundo, lo has transformado  en un lugar de violencia y destrucción; has aniquilado la tierra fértil, has quemado la semilla. La voz de la conciencia también recrimina la acción realizada y yo tremendamente angustiada acudo desesperada al psiquiatra, al psicólogo, al neurólogo. Con la acción realizada mi vida la veo truncada, vacía sin sentido
Yo no sufrí pero me atormenta la idea de si él -el ser o el no ser-  pudo sufrir o no, lo cierto es que en mí se ha proyectado la huella de ese dolor y sin cesar doy  vueltas a la cabeza procurando explicarme cómo fueron los hechos. Desasosiego, desaliento, desánimo, tristeza, impotencia, depresión y ansiedad, he quedado marcada.
¡Es posible, como es posible!: No le deje ni empezar a respirar y yo ahora ya noto el triste ahogo de tan gran desdicha
Decían que allí no había nada, nada de nada decían los “sabios traidores” pero yo noto el nido vacío, la flor truncada, el fruto maltrecho”

Publicada en Diario Jaén         3 – 6 – 2013


Pulsar, ampliar y leer


251

251