205    Un regalo de Dios

En ocasiones Dios nos trata con dureza, y nos hace saborear la cruz con ahínco y con fuerza. En otras ocasiones Dios nos manda un bálsamo de ternura para poder afrontar las dificultades de la vida y para hacernos gozar de la felicidad que definitivamente tendremos en el cielo. Esto qué voy a contar ocurrió el día de la muerte de mi padre. Yo vivo en otra ciudad y diariamente no lo veía, pero ese día fui a verlo y estuve con él un buen rato. Estuvimos hablando de muchas cosas pero nada relacionado con la enfermedad, había pasado una mala noche pero yo lo encontré muy positivo y bastante contento. Aunque había pasado mala noche no se le notaba afectado por este hecho. Yo me vine a mi ciudad de Linares dejando a mi padre en buen estado. Sin embargo Dios quiso que ese mismo día a las 7 horas de yo estar allí muriera de golpe, sin avisar pero a la vez también sin dar la lata. Yo agradezco a Dios el regalo que me hizo de poder ver a mi padre el último día de su vida. Eso será para mí un recuerdo inolvidable que me ayuda cada día a superar el trauma de la muerte. El ha muerto pero yo  tengo el grato recuerdo de mi  última visita. Creo que pocas veces, en mi vida, he recibido un regalo mejor. Querido Dios gracias por ese don creo que inmerecido, aunque Tú que sabes mas sabrás porque lo hiciste.

Carta publicada en el diario Jaén el 1 de febrero de 2006

.