503 Comprensión
y tolerancia.
San Josemaría, el santo de lo ordinario, decía que -en
muchas ocasiones- la caridad más que en dar está en comprender.
En estos tiempos en que es tan difícil:
·
El entendimiento mutuo, el respeto, la atención a los demás…
Es bueno que ahondemos en este tema de la comprensión,
para de esta manera mejorar también la convivencia y la buena relación entre
todos.
Cuántas veces hemos tenido la necesidad de encontrar a
alguien que nos escuche, nos comprenda y comparta nuestros sentimientos e ideas
en un momento determinado.
Cuando nos sentimos comprendidos entramos en un estado
de alivio, de tranquilidad y de paz interior.
¡Pero!:
·
¿Somos capaces de comprender a los demás?
·
¿Somos capaces de procurar dar algo más que un simple: “si te comprendo”?
La comprensión es esa actitud tolerante que nos hace
encontrar como justificados y naturales los actos o sentimientos de otro. Es en
este momento cuando nos percatamos que la comprensión va más allá de “entender”
los motivos y circunstancias que rodean a un hecho; es decir, no basta solo con
saber que pasa, es necesario algo más.
Cuando los demás cometen errores, con cierta
frecuencia “justificamos” estos hechos indicando que es debido a una falta de
conocimiento. Entonces el justificar se convierte ya en una disculpa, en una
atenuante, que nos puede hacer ubicar el problema en su justa medida.
Y por lo tanto, la comprensión nos lleva a proponer,
sugerir o establecer los medios que ayuden a los demás a superar el estado por
el que actualmente pasan.
El ser tolerantes no
significa hacer como si nada hubiera pasado. La tolerancia debe traducirse como, que dada la
confianza que tenemos en los demás, queremos ayudarles para que superen sus
obstáculos.
Ver con naturalidad los actos y sentimientos de los
demás, es, en cierta manera, tomar
conciencia de nuestra propia fragilidad y la convicción de saber que podemos
caer en la misma situación, de cometer los mismos errores, y de dejarnos
llevar por los mismos sentimientos.
La mayoría de las veces los sentimientos juegan un
papel importante y debemos ser cuidadosos. Una persona exaltada, triste o
francamente molesta está sujeta a la emoción momentánea, lo cual reduce su
capacidad de reflexión, con la consiguiente posibilidad de hacer o decir cosas
que realmente no piensa ni siente. Cada vez que alguien pide comprensión, a
través de palabras o actitudes, busca en nosotros un consejo, una solución o
una idea que le haga recuperar la tranquilidad y ver con más claridad la
solución a su problema.
El comprender no debe confundirse con un “sentirse
igual” que los demás. Esto puede suceder con las personas a quienes les tenemos
cierta estima. ¿Pero y con quienes no
tenemos un lazo afectivo? Entonces:
·
Es necesario enfatizar que la comprensión, es y debe ser, un producto de la
razón, de pensar en los demás, de “ponerse en el lugar del otro”, sin hacer
diferencias entre las personas.
Si alguna vez nos hemos visto incomprendidos,
recordaremos el rechazo experimentado, y en esos casos nos sentimos defraudados,
doloridos por la persona que no supo corresponder a nuestra confianza.
Existen un sinnúmero de oportunidades para vivir el
valor de la comprensión.
En las situaciones cotidianas tenemos la tendencia a
reaccionar con impulsos, por ejemplo:
·
Cuando no está lista la ropa que pensábamos usar.
·
Cuando llegamos a casa y aún no han terminado de preparar la comida.
·
Cuando los hijos han dejado sus juguetes esparcidos por toda la casa.
·
Cuando el informe para la oficina se retrasa.
Hemos de desear hacer nuestra comprensión de manera
consciente, y para ello:
·
Aprendamos a escuchar, y hacer lo posible para no
dejarnos llevar por el primer impulso.
·
Distingamos si la situación es voluntaria o proviene
de un descuido.
·
Preguntémonos que haríamos nosotros y como
reaccionaríamos al vernos afectados por lo mismo en esa situación.
·
La parte activa de la comprensión es buscar las opciones para la solución.
·
Demos nuestro consejo y facilitemos los medios necesarios para ello.
La comprensión no es algo para ejercitar en
situaciones extremas, se vive día a día, en cada momento de nuestra vida, con
todas las personas, en los detalles más pequeños y en apariencia más insignificantes:
·
¡Qué importante es la comprensión!
Podemos afirmar que es un acto lleno de generosidad.
Con ella aprendemos: a disculpar, a tener confianza en los demás; y por lo
tanto, a ser una persona de estima, a quien se puede recurrir en cualquier
circunstancia.
Fuente: encuentra.com
Publicada en Diario de
Burgos 11
julio 2016
Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital
Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital
10 de julio de 2016
Publicada en DIARIO DE ÁVILA Digital 11 julio
de 2016